capítulo I

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-Bien Bastian, comencemos desde el principio-
Dijo la psicóloga, su nombre era Margareth y desde que entré a su consultorio aquella mañana de Febrero  sentí  una mezcla de emociones, ya había hablado sobre mi situación con mis amigos y mi familia pero nunca pudieron entenderme, no se alejaron de mí aunque a veces eso no es suficiente.  Tampoco tuve el valor de contar absolutamente todo lo que estaba pasando. No estoy seguro de creer en la terapia pero como bien dicen, a situaciones desesperadas, medidas desesperadas y a pesar de que nunca en mi vida había pisado un consultorio decidí hacerlo ahora. Sentía un poco de alivio y un poco de intriga, si soy realmente sincero también diría que sentía incluso algo de vergüenza.

-Antes de comenzar...- dijo con un tono suave y muy amigable -dame un momento y te traeré café, ¿o prefieres un té?-
-Café está bien- Respondí algo incómodo.
Acomodó sus lentes, y fue hasta la cafetera que tenía al fondo del consultorio, mi mirada recorría minuciosamente cada rincón de aquel lugar, un estante muy ordenado con libros enormes que ni siquiera me imagino como logró leerlos todos, unos cuantos diplomas enmarcados y puestos en la pared, su escritorio tenía un par de libretas y una agenda rosa, al lado de un delicado florero, todo se veía muy limpio y ordenado sin mencionar  la dulce fragancia a lavanda que por momentos expulsaba un aromatizante que estaba sobre el marco de la entrada.

-Hace mucho calor, pero siempre es buen momento para un café- dijo sonriente mientras volvía con dos tazas.
Asentí con la cabeza con una mueca que quiso parecerse a una sonrisa, quizás sea uno de mis defectos pero nunca pude fingir una sonrisa con éxito.  El café estaba exquisito, debo admitir que fue uno de los mejores que había probado aunque siempre está la duda de si es el café, o si es el momento en que se toma ese café lo que decora  su gusto.

-Bien, vamos a chequear los datos que hablamos por teléfono para ver si está todo correcto, y si no anoté alguna cosa errónea ¿de acuerdo?-
Volví a asentir con la cabeza sin decir una palabra mientras Margareth me miraba con una sonrisa, esta mujer... ¿cómo logra sostener tanto esa sonrisa? Lo peor es que parece ser sincera, era la duda que en ese momento venía a mi cabeza.

-Bueno, Bastian Hernández, 25 años y eres de aquí de la ciudad, trabajas en un estudio de venta de arte, y vives solo. ¿Es correcto?
-Si... es correcto- dije mirando al piso.
-Bien, lo primero que quiero decirte, es que no debes sentir vergüenza de estar conmigo aquí, sé que a nivel de la sociedad se tiene un muy mal concepto de las personas que asisten a consulta pero es muy sano y responsable que lo hagas, además... si puedo ayudarte voy a estar encantada de hacerlo y lo haremos a tu ritmo, sin presiones. Así que levanta esa mirada y vamos a comenzar derribando ese tabú impuesto, no te preocupes- Me dijo en un tono muy amistoso.

No estaba seguro si leía mentes, o simplemente mi cara me delataba demasiado pero escuchar aquello fue algo bastante tranquilizador, así que comencé a hablar mientras ella abría su agenda y preparaba su bolígrafo.
-Bueno, en realidad no estaba muy seguro de venir, han estado pasando cosas algo extrañas en mi vida y la verdad es que me siento un poco desbordado-
-Ok, bienvenido entonces y dime... ¿qué son esas cosas?-
-Bueno, es extraño contarlas pero desde hace mucho mi vida no ha venido por buen camino, creo que si hay cosas buenas en ella como mi familia y mi trabajo pero están las "otras"-
-Comencemos por las buenas entonces, déjame preguntarte, ¿cómo ha sido la relación con tu familia?-
-Bueno con mi madre, siempre fue buena, Ana es su nombre y siempre me trató como a un bebé, soy su único hijo y trató de protegerme desde que tengo memoria, aunque a veces quizás demasiado. En cuanto a papá, siempre fue algo distante por su trabajo, aunque se encargó de que nunca me faltara nada-
-¿Cómo se llama tu papá?-
-Robert-

En ese momento vi que comenzó a sacar notas, no estoy seguro de que tanto escribía así que procuraba acomodar mi postura, mirar al frente, no mover tanto mis manos, para no dar más de que escribir.
-¡Trabajas en un estudio de arte!- dijo emocionada.
-Sí, ya hace dos años-
-¿Tú pintas?-
-Si, aunque de manera amateur si se quiere, en mi casa, aunque venda el arte de otros muy buenos pintores yo lo utilizo más bien como un hobbie-
-La gente que tiene la capacidad de plasmar lo que su alma siente en un lienzo  debe sentirse dichosa- dijo mientras acomodaba sus lentes.
-No sé si me siento así en realidad-
-Quizás simplemente no te das cuenta-
Hizo una pausa para tomar un sorbo de café, me miró un tanto pensativa y tomó algunas notas.
-Bien Bastian, no sé si sabes pero esto que me dices en realidad es muy bueno porque servirá de complemento para entender algunas cosas que las palabras no saben decir-
-Me gustaría entender que quiere decirme, ¿qué sepa pintar es bueno?- Respondí algo sorprendido.
-¡Claro! En terapia tenemos muchas herramientas más allá del diálogo para entender las cosas, una de esas tantas herramientas es el dibujo, aunque en tu caso me gustaría aprovechar tu hobbie y no quedarnos en el dibujo solamente, sino que vamos a empezar con algún dibujo y seguir con pinturas, creo que combinar una actividad que te hace sentir cómodo en una que no tanto, o que aún no sientes plena seguridad va a ayudarte a llevar mejor este proceso y nos revelará de forma un poco más, "artística" (llamémosle así) tu situación-

Debo admitir que en ese momento comencé a sentir que todo esto podría llegar a ser por lo menos...interesante, así que la expectativa comenzó a crecer poco a poco en mi interior, ya no sentía vergüenza, y la incomodidad lentamente desaparecía. Los minutos pasaron y me hizo algunas preguntas bastante generales, "¿comida favorita?", "¿Prácticas deporte?", "¿cuán seguido sales con amigos?".  Hasta que al final cerró su agenda después de anotar cada palabra que salía de mi boca.
-Bien Bastian, esta fue nuestra primera sesión, más que nada sirve para que te conozca, sepa de donde vienes y que haces, y bueno un paneo general que también lo utilizo para que empieces una adaptación paulatina ya que es la primera vez para ti en consulta y esto ayudará a que todo fluya de mejor manera, ya tengo lista tu ficha así que te espero la semana que viene, mismo día, misma hora-
Abrió un cajón de su escritorio y sacó de él un cartón pequeño y me lo dió.
-Es mi tarjeta, tiene mis datos y el contacto, si necesitas hablar no dudes en llamarme-

Tome la tarjeta y me levanté de la silla, Margareth me acompañó hasta la salida y se despidió muy sonriente, ¿acaso esta mujer no tiene problemas? Era lo único que me preguntaba, bueno seguramente los tenga pero debe ser profesional, supongo... Así que emprendí la marcha a mi hogar, aunque extrañado por lo rápido que había pasado el tiempo de la sesión.

Un amigo siniestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora