Narrador omnisciente.
La relación de Volkov y Horacio era complicada, tenia una definición y esa era placer. Solo eso, sin nisiquiera tener que preocuparse por el otro. o eso siempre ha creído Horacio, aunque el se preocupaba por Volkov, y suponía que al contrario solo le interesaba el placer.
Cuando Horacio se le declaró a Volkov frente a su hermano Gustabo fue rechazado instantáneamente por el Comisario diciéndole que fue un momento errado. Pero el nunca vio en el ruso ni una pizca de emoción al verle como él la sentía cuando veía sus ojos.
Nunca vió una sonrisa dedicada a él, nada más que sus jadeos, que sus suspiros, o su mirada lujurioso. Deseaba sonrisas, miradas, risas; su corazón.
En este instante solo Jadeaba y intentaba regular su respiración, había tenido una sección de sexo con el Comisario. Su cuerpo se estremecía y podía sentir aún sus piernas temblar. Aun podía sentir sus manos aferradas a su cuerpo y embistiendolo fuertemente.
Sus besos por todo su cuerpo, sus mordidas, su respiración en su cuello. Sentía el tacto de cada beso.
Volkov jadeaba sonoramente una y otra vez intentando regularmente su respiración quedando al lado de Horacio sin llegar a rozar sus cuerpos.
Como las veces anteriores solo bastó calmar su cuerpo del éxtasis para el Comisario vestirse y marcharse con una fría despedida, siempre hacia lo mismo. Era como si la Compañía de Horacio solo le servía para satisfacer sus necesidades sexuales, algo que era del todo cierto, porque si no lo fuera no le daría miedo quedarse.
Solian toparse en el trabajo y tratarse como completos desconocidos cuando ya no había ningún rincón de su cuerpo que no conocieran.
Horacio vió como la puerta de su apartamento fue cerrada interrumpiendo sus pensamientos dejandolo sentado en su cama con una sonrisa que poco a poco se volvió melancólica, la cual atrajo lágrimas y sollozos, aún podía oler el perfume de Volkov, una fragancia que amaba.
Amaba ese olor.
Ese olor que ahora estaba impregnado en sus sabanas.
Sus lágrimas gruesas cayeron dejando un camino mojado por sus mejillas. Siempre era lo mismo acaso ¿no soy suficiente? se preguntó una y otra vez, pero no encontraba respuestas porque dejaba la misma pregunta en el aire luego de tener sexo con Volkov, como si le afectara.
Volkov fue claro conmigo cuando dijo que no estaba capacitado para una relación ¿Porqué me afecta tanto?
Sus ojos se desbordaban como si del mismísimo mar se tratara, era hiriente la forma fría del ruso, si al menos fuera dulce con él de vez en cuando no lloraría tanto por eso.
Abrazó fuertemente la almohada oliendo el perfume impregnado de Volkov, reemplazando el cálido abrazo que anhelaba del ruso, si bien podia abrazarlo cuando tuvieran sexo, pero era asfixiante no poder tener su cariño cuando el quisiese. Lo sabía, estaba siendo egoísta al pedir su felicidad, pero en el fondo cuando mira a Volkov se siente pequeño y en una puta nube que lo hace sentir en el mismísimo paraíso, solo con sus hermoso ojos azules. Prefería ser egoísta.
Sus lágrimas salían sin cesar una y otra vez. Constante se sentía abandonado, como si no tuviera a nadie, aunque bien sabe que tiene a su hermano Gustabo que siempre lo apoya y lo cuida.
Pero le faltaba algo esencial; sentirse amado, quería sentir como era sentirse correspondido sin condiciones, sin tratos, solo ser amado por lo que es, con cresta, sin cresta. Ser amado porque es Horacio, simplemente.
Las lágrimas caían sin parar mojando parte de la almohada que apretaba en un abrazo entre sus brazos, aún oliendo el rico olor del perfume de Volkov. Se talló los ojos sintiéndo como estos levemente ardían por repetir varias veces la misma acción.
Y se acomodó en la cama volteando la almohada dejando el lado seco para sentirse más cómodo, cerró los ojos y se dispuso a dormir, para cumplir su labor al día siguiente.
Y aunque le costó se durmió sintiendo la ausencia de Gustabo que es quien suele consolarla y llorando por la frialdad de Volkov.

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Another night | Volkacio
Fanfiction+18 Donde a Volkov se le complica expresar sus sentimientos a Horacio.