Para nadie era un secreto que los más altos tenían ciertas tendencias. . . homosexuales.
Y para nadie era un secreto que oficialmente eran pareja, y que demostraban su cariño sin parches, ¿qué pasaría? Eran los líderes, nadie les diría nada.
Sin embargo, su intimidad sí que era un secreto, y que a pesar de tener todas las bases de la relación cubiertas. . . Algo pasaba.
El más alto Púrpura, el que mayormente era pasivo, se había comenzado a distanciar de a poco de su adverso, comenzando con evitar sus contactos físicos, alejándolo levemente cuando daba sus abrazos, besos y en la intimidad, esto solo agravó más las inseguridades del más alto Rojo, que totalmente confundido no comprendía porque su pareja le trataba así, ¿estaba haciendo algo mal? ¿Le presionaba de alguna manera? ¿había alguien más. . .?
Inevitablemente él también dejaba de insistir, no quería incomodar al contrario, pero más que nada fue para pensar, aunque en realidad no hacía más que alimentar sus conjeturas e inquietar su mente.
Púrpura notaba esto, y sabía que era su culpa, sin embargo no tenía la valentía como para intentar hablar las cosas y admitir lo que le pasaba, lo que le impulsaba a actuar tan distante.
Pero la gota que derramó el vaso fue aquella noche en que Púrpura no asistió a descansar junto a su pareja como siempre lo hacían, las noches se tornaban mayormente aburridas y desde que tuvieron derecho a una habitación como para pasar las veladas decidieron que la compartirían, y que ahí verían como se entretenían.
Y en los últimos años se había vuelto una regla no escrita que al acabar el "día de trabajo" se dirigieran a la habitación a ser solamente ellos, a pasar ratos de intimidad sexual (en la que acababan durmiendo), a bromear, jugar con marionetas, o simplemente acostarse a ver las estrellas que les rodeaban eternamente.
Sin embargo esta vez no hubo posibilidad de ninguna de esas, ni siguiera se pudo deleitar con la misma presencia, puesto que esa presencia nunca apareció.
Esa noche no pudo evitar llorar, en realidad, no pudieron evitar llorar, se sentían solos, incompletos, no estaban para nada acostumbrados a esa clase de soledad y realmente se tenían sin cuidado.
Una noche nunca le había parecido tan jodidamente larga, sin embargo, esa noche, en la que parecía que las estrellas se reservaron para sí mismas a causa de tal infortunio, estaban indispuestas, no habían podido dar su espectáculo de luces para sus amantes favoritos, nadie estuvo, le dejaron solo, los pequeños astros se retiraron a lamentarse, llorar y lamentar por tal tragedia, ¿qué había pasado? ¿Si se extrañaban tanto porque no se abrazaban? ¿Si se anhelaban tanto porque no iban corriendo por el otro? ¿Por qué en veces piensas los sentimientos? Si por eso son sentimientos, se sienten, no se piensan.
Esa "mañana" se dirigieron de nuevo a la sala de controles principal de La Inmensa, para recibir llamadas, ver progresos de invasiones, etcétera.
Notando que su compañero tenía leves ojeras, que hacían resaltar más sus ojos color amatista, pero de una mala manera.
Éste intentaba desviar la mirada, apenado, sabía que todo ese drama se había estado ocasionando por su falta de determinación, no quería que lo vieran así.
Rojo le veía con tristeza, cómo deseaba tomarle de las manos, acariciar su rostro y antenas, acercarlo, obligarlo a qué lo viera. . . Y preguntarle con ternura. . . qué le pasaba, consolarlo con delicadeza, susurrarle con consideración, y. . . simplemente, amarlo, amarlo como siempre, amarlo como nunca.
Pero ahora no se sentía con ese derecho, no sentía que pudiese, ni mucho menos que debiera.
Se hacía cambio de funcionarios, era cierto que los Irkens no dormían, pero ocupaban descansar, relajarse, tomarse un tiempo, y este cambio solía durar unos minutos, en ese momento de la jornada era que los líderes se retiraban, algunas veces se esperaban hasta el siguiente cambio, o cosas por el estilo.
Esta vez Púrpura esperó hasta este momento de soledad para dirigirle palabra.
— Yo. . . me iré a descansar, ¿te encargas? — Dijo en un hilo de voz que denotaba la tristeza y pena.
Rojo arqueó las cejas, odiaba verlo así, sin embargo no comentó nada sobre esto.
— Si, les diré a los invasores que su más alto fue secuestrado — Bromeó, intentando mejorar su relación, Púrpura sonrió levemente, se dió la vuelta — P-¡Púrpura! — Llamó, ocasionando un escalofrío mutuo, hacía mucho que no decía su nombre. . . ni que él lo escuchaba de sus labios, se giró de nuevo, viéndolo con esperanza en sus cansados ojos.
— ¿Si?
Rojo desvío la mirada, no sabía porqué había hecho eso, pero, impulsado por sus instintos, se acercó a su allegado, que retrocedió un paso, sin embargo permitió la cercanía.
Le tomó de la cabeza, ocasionando un temblar en el contrario, y con delicadeza, depositó un corto y tímido beso en la punta de sus labios.
Por la espalda del de color morado no pudo evitar pasar un escalofrío, un escalofrío tan. . . confuso. Como en todas las ocasiones pasadas, se alejaba unos centímetros, pero esta vez. . . tuvo un leve impulso a corresponderle, a arreglar las cosas, por lo que, al término del beso, no pudo evadir las ganas de acercarse para continuar, sin embargo su contrario ya había acabado con su pequeña demostración de afecto, ¡sin embargo! no pasó por alto esto último, ¡abriéndose una brecha! ¡Una chispa! ¡Que creía, ¡Tal vez ya estaba perdida!
Púrpura sonrió muy leve y se retiró al tiempo que los relevos llegaban, ¡le sonrió! ¡A él! Su corazón latió con rapidez y se dirigió con velocidad a su habitación, tenía una idea, ¡una magnífica idea nacida de esa leve demostración de misma esperanza!
¡En nombre de su imperio, en nombre de su vida y de su amor! ¡Reconquistaría al Más Alto Púrpura!

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Reconquistando Al Más Alto Púrpura
Fanfic¡Un brillante acontecimiento había pasado! Ante el continuo y reciente rechazo de su compañero de trabajo (con el que además había compartido una especie de relación amorosa), inesperadamente un día éste da una leve esperanza hacia su co-gobernante...