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Te di muchas oportunidades
para que te dieras cuenta
de lo mucho que te quiero.

Sin importar la hora
yo esperaba un mensaje tuyo
o al menos
una repuesta.

Jamás tuviste la iniciativa  de preguntar
¿cómo estás?
ni mucho menos
la importancia de tu ausencia en este lugar.

Hay amores que se cansan de esperar
otros de aguantar
y otros más
de ser ignorados.  

Pero en este caso
es la falta de correspondencia,
la mutualidad de las emociones
porque aquí el único que te espera
con unas ansias briagas
soy yo.

No es que te creas
la inalcanzable
o la imposible.
Porque para ser sincero:
lo eres.

Jamás te pude tener
dos noches continuas
y una no fue suficiente para calmar
este
deseo
que
lleva
tu nombre
a las 11:11.

El problema no es la espera
porque después de tanto tiempo
uno le agarra el gusto
a verte llegar con tus maletas.

El asunto más difícil aquí es
creer en las promesas
después de tanto esperar.

Conservar la paciencia
y guardar tu perfume
como si fuera la última vez
que lo vaya a poder oler.

Esta no es la última vez
que te pienso
y tampoco es la última vez
que te escribo.

Es tan solo una excusa
de esas muchas que me invento
para llamar tu atención
y volverte a ver.

Un mundo de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora