Capítulo uno (1)

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El frío del otoño golpea mi rostro, de la misma forma que lo hacen mis decisiones, mismas que se apoderan de mí. Es así, yo, una persona poco coherente, impulsiva, que ha dejado atrás una vida contemplativa en Río de Janeiro. Todo aconteció de la misma manera, enredado en una jungla de pensamientos, que se alimentan de mis creencias, lo que he sido, y en lo que me convierto. Con cada paso que doy hacia la salida del aeropuerto, me doy por enterado de un detalle, no quiero mirar atrás, el calor que sentí a través de mis acciones, será reemplazado por una nueva montaña de hojas, y nieve próxima. La vida que no consideraba, pero, a pesar de todo, me espera expectante, mirándome directa, y desafiante. No han pasado más de 15 minutos desde que llegué a Seattle, y las expectativas solo aumentan. Es bien sabido que en las tierras americanas hay más oportunidades para los omegas. Y, a pesar de que soy uno dominante, y de sangre pura, sigo por debajo de los estándares. Las leyes me amparan, pero siempre recaemos en el mismo bucle. No me desamina saber que, aún aquí, seguiré siendo esclavo de una medicación ineficiente, inservible, que no llena mis necesidades. Tengo un apetito voraz, y creo que, en Seattle haré todo lo que me cohibí en Río de Janeiro. No voy a negarme a sentirme libre, ni desesperado. Esta vez, obedeceré a mi juventud, a mi voz interior. Seré fiel a mi omega

Tweek, cariño ¿No piensas subir al auto? – Mamá me ha sacado de mis pensamientos, total. He divagado mucho, y debemos acelerar – Entiendo que es complicado para ti. Pero vamos, no te quedes absorto en tu cabecita niño, me muero de frío –.

Mamá, siempre es difícil empezar desde cero. Estaba meditando el porqué de mis acciones –. Tal vez estoy siendo un poco dramático. – No me mires con esa cara, querida. Sabes que la he cagado de la manera más grande –.

Querido, es muy tarde para lamentarse sobre los vasos quebrados. Ya tomaste una decisión, y estoy muy agradecida de que hayas optado por venir conmigo – Expresó sonriente, mejor dicho, con una sonrisa comercial. El Uber nos espera con cara de pocos amigos, no hay empatía – Sé que no he sido la madre más apropiada, porque soy alfa, y tu mi hijo omega. Espero que no hayas considerado tus decisiones como un error, ¿o sí? – Seguía hablando sonriente, vacilante, como si estuviéramos grabando 'Modern Family' –Aunque tu padre y yo nos hayamos divorciado, "en buenos términos" como dicen. No está demás decir que, tomaste la mejor decisión. Ese hombre es un salvaje, corrías peligro en esa casa –.

Tenía razón en eso, no me equivoqué cuando decidí salir de las garras abusivas de mi padre, el otro alfa que me ha atormentado la vida, desde que nací. La vida es así, el primogénito siempre será adorado entre los mortales. Mi hermano mayor cumplió con los requisitos, toda la línea de mi familia paterna. Castaño; ojos verdes; piel morena; 1,88 de estatura; aroma agridulce, y testosterona a nada de desbordarse. La familia ha sentido orgullo infinito por Vítor. Mi madre lo llama "Toqui", a mí me llama "Tweek", porque luzco como esa actriz francesa que sufre de espasmos. Aunque, no va al caso. Yo fui una total sorpresa, nacer omega fue una revelación en una casa de alfas. Debo aclarar que no tuve problemas, al contrario, mi vida ha estado llena de lujos, mimos, y privilegios. A excepción del trato que he recibido de mi padre, un pervertido que no sabe diferenciar a una puta, con uno de sus hijos. Por eso mismo, mi vida ha tomado ese rumbo, preferí acogerme a las opciones del divorcio, e irme con mamá. Dejé varios secretos atrás, algunas cosas que, de momento, no es bueno ponerlas sobre la mesa. Por ahora no quiero hablarlo.

Mamá tiene una red de empresas acá en los Estados Unidos. Desde almacenes de ropa, hasta el negocio del café. Ella accedió a seguir con el negocio de mi "vovó", todo para preservar el legado de 60 años de café brasileño, de calidad Premium. Ahora yo me haré cargo de la sucursal de Seattle, mientras empiezo mi pregrado universitario. Tuve la fortuna de graduarme con 15 años, empezaré a estudiar joven, para no dejar vacíos, ni pérdidas de tiempo. Y, pensando en eso, me quedé viendo el paisaje, los edificios le daban un toque nostálgico, la imagen que proyectaban mis ojos daba para un vídeo musical. Pienso llamar a mi hermano en cuanto llegue a casa. Más realmente no imaginaba que el viaje nos robaría por lo menos una hora. Llegamos a una zona concurrida, al parecer popular, o esa era mi percepción. El conductor del Uber ayudó a cargar las maletas hasta la entrada de un edificio gigante. Me pregunto por qué mi madre es tan excesiva ¿Acaso vamos a vivir aquí? ¿Dónde quedará la privacidad que tanto estaba buscando? ¡Es demasiado lujo!

Retrato de OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora