Snowland

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En algún lugar de Francia vivía un chico valiente, aventurero, rebelde y con ganas de comerse el mundo. Con tan solo 24 años ya había conocido la mayor parte del mundo porque le gustaba viajar en solitario.

¿Será ésta su última aventura?

Tal día como hoy, Aaron, se hallaba en el aeropuerto de París, su ciudad natal. Esperaba su vuelo hacía su nueva aventura: Australia.

Desde pequeño siempre quiso ir de vacaciones para aprender sobre los animales que habitan en dicho país pero no tuvo el suficiente dinero para ir, hasta que ahorró todo lo que pudo y al fin lo consiguió.

Una vez subió al avión, tuvo una extraña sensación pero lo dejó pasar, estaba convencido que el vuelo iría de maravilla y que pronto estaría en tierra.

Pasaron las horas y esa sensación cada vez la sentía más cerca hasta que de pronto, unas terribles turbulencias hizo que Aaron mirase por la ventana, había una gran tormenta y el avión la atravesó hasta que de pronto las nubes desaparecieron. Aaron se relajó pero de pronto vio que no habían pasajeros, la tripulación tampoco se hallaba en el avión; estaba solo.

Cerró los ojos porque creía que estaba en un mal sueño y al abrirlos, se vio envuelto de bonitas flores y el sol alumbrando su rostro.

No sabía dónde estaba, pero de lo que estaba seguro era que ese lugar no era Australia.

Se pasó el día caminando, buscando a ver si había alguien hasta que de pronto, en mitad de un gran bosque, encontró un campamento. Se acercó aliviado, por fin alguien le podría explicar qué era ese lugar y cómo podría volver a su país.

Se acercó a un chico joven y le preguntó:

- Hola. Perdona, me podría decir que es este lugar? - El chico sacó su espada y le apuntó con ella.

- Alto ahí, quién eres tú? Eres un bárbaro? - Aaron levantó las manos y se sorprendió de la vestimenta que llevaba el joven; la había visto en películas medievales del siglo XIX.

- Soy Aaron, no soy ningún bárbaro. Vengo de París. - Se apresuró a decir.

- París? - Se echó a reír el joven. De repente pasó un caballero. - Elias, mirad lo que dice, que viene de París. Como si ese lugar existiese. - Elias se lo quedó mirando.

- Seguro que es un espía de Wonderland. Apresadlo. - Dijo Elias.

Acto seguido, el chico joven, llamado Louis, lo ató mientras Aaron se resistía e intentaba huir, pero le fue imposible, entre 2 chicos más, lo inmovilizaron. El campamento fue levantado. Aaron vio como todos se subían a unos caballos y emprendían la marcha por un camino del bosque.

Pasadas unas horas, a las que a Aaron le parecieron eternas, se percató de que se acercaban hacía una ciudad rodeada de murallas y un gran castillo.

En la entrada de la ciudad, vio un cartel donde ponía: "Bienvenido a Snowland".

- ¿Snowland? Se repitió varias veces en su mente; aquello parecía salido de una novela nórdica.

Los guerreros lo llevaron hasta dentro del castillo, donde el Rey les estaba esperando.

- ¿Que me traéis? - Dijo el Rey mientras examinaba con la mirada a Aaron.

- Dice que viene de París, majestad. - Se apresuró a decir Elías inclinando la cabeza ante su Rey.

- ¿París? ¿Es una nueva aldea? - Dijo el Rey.

- París es una ciudad, la capital de Francia. - Dijo Aaron sin estar seguro de que hacía bien en hablar.

SnowlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora