En el cielo corren
Las nubes alejándose,
Pues en el ocaso ven
Un triste y doloroso adiós.
Enloquezco bajo
Un manto de lluvia,
Que disimula un sollozo
De la maldita angustia.
Lloro estos versos,
Para que el dolor
No inunde mi cuerpo.
En mi cuerpo habita,
Una alma atormentada
En una cárcel de huesos,
Donde el cerebro es el verdugo
Y pongo por testigo
Mi corazón,
Para que mi alma
Libre sea.
Mi alma cumplió
Su condena,
Ahora es libre,
Y el dolor me abandona.
En mis manos surge
Una rosa, que
Su olor no termina,
Pero cuidado tiene espinas,
Y quiero llegar a su corazón