Prólogo.

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¿Qué es la muerte?
La dolorosa separación de un ser querido.
El vacío tortuoso que jamás se llenará con alguien mas.
O simplemente, el cese al dolor y el perfecto descanso de la vida.

Cualquier que fuese la respuesta correcta, Kim no estaba dispuesto a que ella le arrebate lo que mas ama en su vida, quien le ayudó a sobrevivir en ese mundo de hipocresía y le enseñó que aún existen las buenas personas. Él, su mejor amigo y el lindo chico de ojos negros brillantes, sonrisa preciosa y corazón de guerrero. Tal vez sea un egoísta al no querer que se marche, pero, todos en la vida lo hemos sido a final de cuentas.

El amor traspasa la línea entre lo que es correcto e incorrecto.

Entre el bien y el mal.

Entre el dolor y la alegría.

Nada de eso importa si estas lo suficientemente enamorado de esa persona, y por supuesto, Kim lo está.

El sólo hecho de pensar en que jamás volverá a ver su hermoso rostro, le aterra, en que jamás podrá volver a apretar esa delgada cintura mientras se funden en un cálido abrazo, le congela la sangre, en que jamás sus dedos volverán a juguetear con esas sedosas hebras azabaches, le destruye, sobre todo, el pensar que jamás volverá a posar sus labios sobre aquella suave y nivea frente, le carcome el alma de la peor manera.

Oh no, claro que no, él no dará su brazo a torcer sin antes haber dado lo mejor de sí mismo, para salvar la vida de quien le dio ánimos de mantener la suya.

Jeon Jungkook.

Su mas preciado amigo, y, aunque el otro lo desconociera, su único y legítimo amor. La persona que amaría hasta el último día de su vida.

Tal vez, sólo tal vez, ya era hora de hablar y decir todo lo que su corazón ha resguardado durante tanto tiempo, cinco años para ser exacto.

Campeón, es hora de dejar que tus sentimientos vuelen sobre lo azul del mar, que sean libres a pesar de que corres el riesgo de no ser correspondido.

Déjalos salir.

—Aguanta un poco más amor, solo un poco más— habló Kim con la voz quebrada y pastosa, observando con detenimiento el cuerpo que yacía dormido sobre la gran cama de su habitación. Las lágrimas caían frecuentes y silenciosas por sus mofletes que ahora, se encontraban carmesí por el llanto prolongado.

El bonito joven azabache, estaba tendido en la cama con una gran sabana sobre su delicado cuerpo, el cual hace unos minutos, había estado convulsionado, asustando así a todos, especialmente al joven de bonitos ojos color miel.

Kim, ¿estás ahi?— tres golpes fueron dados en la puerta y detrás de ella, la voz enronquecida del joven pelirubio, Min —hermano tenemos que hablar. Por favor, sal por un momento.

—Yoon...— su voz se quebró y tubo que carraspear un poco para hablar correctamente —Yoongi, ¿es tanto pedir unos minutos a solas?

—¿Minutos?... eso es lo que menos tienes—  habló rápidamente aún detrás de la puerta, y aunque no lo quiso, enterró una daga más en el adolorido y pobre pecho del joven Kim —Aghj, soy un imbécil Kim, lo siento. ¿Sabes? Tómate tu tiempo, nosotros estaremos aquí afuera por cualquier cosa hermano.

—Mmm— las pisadas se fueron alejando hasta dejar de sonar en en la cerámica.

Se acomodó una vez mas sobre su asiento y con la mano izquierda quitó del rostro contrario, los mechones reveldes que caían sobre él. Seguido de eso, acarició con ternura y suavidad la mejilla de Jeon, sintiéndola fuertemente caliente por la fiebre.

Tell me you'll never leave   [KookV//JK&KT] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora