✾| Una rosa creciendo en mi muñeca

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Mirando con ojos entrecerrados su reflejo en el espejo frente a él, da un suspiró al aire pensando en que falta algo ahí. Una bufanda, un broche o quizás esa camisa de rayas es la que no le favorece. Se da una mirada completa y al llegar a sus manos lo entiende.

Un par de anillos más.

Satisfecho, sonríe y peina su cabello hacía atrás, este se devuelve hacia su frente pero lo deja así. Toma una gabardina de su armario y la coloca sobre su brazo. Es un buen día para empezar con el pie derecho así que no se limita a comer solo un tazon de cereal de hojuelas.

El frío de otoño ya le cala hasta los huesos pero eso no es impedimento para que salga a dar un paseo por el parque más cercano a su casa.

—Un helado de chocolate, por favor —Pide junto a una sonrisa. La mujer dentro del carrito de helados le mira impresionada por un momento cuando él alza la mano para entregarle el dinero y su muñeca queda descubierta cuando la manga de la gabardina se corre.

Él no dice nada, sabe que lo ocultó en su mano derecha es algo que puede impresionar a cualquiera. Después de todo los de su tipo habían empezado a extinguirse cuando el siglo diecinueve pasó.

—D-Disculpe que sea imprudente —murmura y JiMin sabe lo que la chica tiene en mente— pero puedo saber si eso duele.

Lleva su vista hacía la dirección en la que la chica señala con su mentón. Y entiende el porqué de su pregunta. Después de todo tener una rosa blanca que sobresale del interior de su muñeca, justo como un broche de tercera dimensión es algo que puede llegar a conllevar a esa pregunta.

—No, —niega y sonríe despacio— es como sentir tu propia piel.

La chica abre sus ojos impresionada y asiente para luego preparar el helado que él ha pedido.

Suelta un suspiró, su madre siempre le recuerda que use todas esas pulseras que le ha comprado para que oculte esa rosa en su antebrazo. Pero hay días en los que se cansa de hacerlo; días como ese en los que solo piensa en salir a tomar aire a pesar de que se arriesga a ser tomado como experimento o como un mounstro por alguna persona que no sepa respetar las diferencias entre los humanos.

Es decir, tiene todo en su casa; comida, dinero, una gran pantalla con internet ilimitado y una tarjeta con todo el dinero disponible como para hacer cuántas compras quiera por internet. Pero al final del día no hace más que aburrirse solo al no tener con quién relacionarse, incluso su piel había estado de un tono pálido cuando el único contacto que tenía con el sol era con los rayos pequeños que se filtraban por su ventana.

Su vida era una total monotonía, una muy aburrida monotonía que poco a poco iba a terminar consumiendolo.

Recorrió el parque mientras da pequeñas lamidas a su helado. Sonrío al ver unos niños corretear cerca de él y a otros compartir con sus padres, eran pequeñas cosas como esas que veía que le hacían sentirse feliz de desafiar las reglas de su madre y salir sin su permiso del departamento que le compró solo para él. Y es que si alguien alguna vez le preguntaba qué era lo que más deseaba en su vida, definitivamente respondería con tener un poco de libertad.

Mientras caminaba de vuelta hacia su hogar su teléfono sonó entre el bullicio de personas y autos transitando. Resopló cuando la pantalla se iluminó con el remitente. Era su madre.

Debatió entre atender o no, al final dejó que el buzón hiciera lo suyo.

Y es que, rayos, amaba tanto a su madre pero a veces era demasiado sobreprotectora. Entendía perfectamente su miedo, sabía que temía por su seguridad tanto física como mental, pero siempre existía un límite que lo mantenía al borde y él definitivamente iba a terminar explotando contra sus restricciones.

roses on my skin ; YoonMin/윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora