Prólogo

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Año 2035. La raza humana ha llegado a su cúspide destructiva. Una guerra con armas químicas y nucleares se desató hace tiempo por las pocas reservas de petróleo que quedaban, la cual acabó por provocar lo que el ser humano estaba destinado a hacer algún día: destruir el planeta por completo y llevar a la raza humana al borde de la extinción.
Llevamos los últimos años desde que ocurrió aquel desastre viviendo bajo tierra, como alcantarillas, túneles de metro, minas antiguas, etc. También hay gente lo bastante valiente (o necia) como para vivir en las ruinas de los edificios y permanecer en la superficie. Y digo que quizá sean unos necios porque la superficie del planeta está contaminada y plagada de mutantes. La atmósfera es tan tóxica que puede matar a un humano en menos de 2 minutos. La única forma de salir sin preocuparse por la atmósfera es llevar un filtro de aire o una máscara antigás. Sin ellos, hay que permanecer en lugares cerrados por obligación.
Las nuevas generaciones nunca han visto el mundo antes de que pasara todo este desastre. Para ellos, el mundo antiguo nunca ha existido más allá de lo que cuentan los mayores y las historias de la gente nostálgica. Ahora estamos recluidos, obligados a vivir en zonas cerradas... Nuestra naturaleza destructiva nos ha convertido en una parte más de la cadena alimenticia. La que antes era la especie dominante ahora ha quedado reducida a una especie más entre todas las que hay...
En cuanto a mí... Me llamo Lina Roberts, y me gustaría que me dejes contarte una historia.

2035Donde viven las historias. Descúbrelo ahora