PRÓLOGO

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La noche acariciaba los adoquines de la explanada. Los pasos resonaban en las solitarias calles de la capital, las casas estaban a oscuras y no había ni un alma andando, a excepción de él, aunque al considerarse desalmado, la expresión seguía intacta.
Las dos Lunas eran lo único que iluminaban las calles, las estrellas se hacían visibles, pero parecían menos brillantes cada día.

Subió los escalones para llegar a la puerta de su casa, entró justo cuando uno de sus sirvientes aparecía en su radio de visión.

- Señor... puedo ofrecerle la cena...

- No.- interrumpió el chico rubio mientras pasaba a su hogar.

El viaje había sido un fracaso, todo seguía igual, y la situcación no mejoraba para él.
Su plan estaba fallando, el lapso de tiempo no lo había calculado bien, o tal vez sólo era que la había subestimado.
Con pasos fuertes, subió hasta sus aposentos, donde se encontraba una enorme cama, un enorme sofá y un enorme armario.
El suspiro de sus pálidos labios salió abruptamente. Nunca había esperado que aquello le pasara.

- Señor...

- Félix, vete. No quiero...

- Los reyes han contestado.- dijo el sirviente.

El rubio abrió la puerta inmediatamente y arrebató de los dedos del sirviente el sobre que habían recibido.

- Vete... no quiero que nadie me moleste esta noche.- dijo cerrando de nuevo su puerta.

Tomó su abre cartas, un ligera risa se apoderó de él, la última vez que la había usado, había sido para abrir una carta que había recibido... de ella.
Sacó la hoja donde una conocida caligrafía llenaba la hoja: la letra de la reina.
La carta no tenía saludo, parecía que los reyes no le apreciaban.
Volvió a reír ante aquel pensamiento.

. Las sombras se apoderaron de nuestro reino, la oscuridad se queire llevar la poca luz que nos queda. Pero aún no es tiempo.

La noche siempre se acaba, dando inicio al día, donde los rayos de sol inundan cada rincón.
Eso es ella. El sol que iluminará el horizonte.
No. No aceptamos la oferta que nos has dado.

Sabemos que nuestra luz brillará hasta el final de los tiempos, y que la oscuridad nunca vencerá.

Nuestra luz, opacará tu sombra.

Y cuando lo haga, rogarás perdón por las fracturas que dejaste.

Lamentamos haber confiado en ti.

Un saludo: Tu Rey Vandor De'Ath y Tu Reina Zenda Sallow Rig De'Ath.

Habían rechazado su trato.
Otro fuerte suspiro salió de sus labios, su cuerpo se inundó de furia. El lugar comenzó a subir de temperatura, la luz que hacía visible sus aposentos comenzó a fallar, y su frustración se apoderó de él,

Todo su plan se estaba yendo a la borda y necesitaba una forma de solucionarlo.

Reina de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora