2 │(Des)acuerdos

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HUNTER

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HUNTER

ANTES:

—Eh, Ricky Ricón, no pensé que vendrías —me dijo Jayden, acercándose y dándome unos golpes en el hombro para acompañar su saludo.

Puse los ojos en blanco ante la mención del ridículo sobrenombre y le di un sorbo a mi cerveza.

—Acordamos en que si dejabas de llamarme Ricky Ricón, yo dejaría de llamarte Shaggy en Crack —le comenté, dedicándole una sonrisa burlona.

—¿Qué diversión tienen los nombres comunes y corrientes? —bromeó el chico, chocando su botella con la mía—. Por sobrenombres hijos de puta, McLaggen, que al final lo del Shaggy en Crack me encanta, me da un toque original.

—Y realmente te va increíble a ti —terció la chica que teníamos al frente.

Solté una carcajada. Jayden de verdad era como la copia real del personaje de Scooby Doo, la única diferencia era que en vez de pantalones caquis y camiseta verde, su ropa parecía sacada de la película de Eminem. En mis primeros días de clase, no pude evitar asociarlo a eso y para su mala suerte, sus amigos me escucharon llamarlo por el sobrenombre. Y desde entonces no habían dejado de llamarlo así. En venganza, él se propuso fastidiarme con lo de Ricky Ricón.

Le estaba funcionando lo de fastidiarme.

—Tú no te quedas atrás, Arctic Monkeys —se burló Jayden de ella, provocando que su sonrisa de satisfacción cayera.

—Por desgracia, el mío no tanto —se quejó Arabella, lanzándome una mirada de fastidio—. Estoy decepcionada de tus habilidades porque ese era uno demasiado obvio.

—Exacto, no puedes luchar contra esa naturaleza, Monkeys —le sonreí.

Mi sonrisa se amplió cuando noté que mi mirada hizo que se sonrojara.

Arabella era bonita. Y era hermana de Jayden, lo cual era una total contradicción, porque todavía no había podido relacionar ni un solo rasgo entre ellos. Jay era casi rubio, mientras que ella tenía el cabello liso y negro. La delgadez de él se asemejaba a la de un mondadientes, mientras que Bella tenía curvas que se ajustaban bastante bien al vestido negro que llevaba puesto. Jayden tenía ojos marrones, mientras que los de su hermana eran una mezcla entre su color y un verde amarilloso.

El chico me caía demasiado bien como para acostarme con su hermana a esa etapa tan prematura de nuestra amistad. Desafortunadamente, el sexo iba a tener que esperar un par de meses más.

—Sí, por eso lo de Ricky Ricón se queda, porque tampoco puedes luchar contra esa naturaleza —contraatacó Arabella, ofreciéndome el cigarrillo que sostenía entre sus dedos.

—Ya cierren la boca —les espeté, aceptando el cigarrillo.

No lo hacían con mala intención, pero hubiese preferido tener cualquier otro jodido sobrenombre que ese. Cambiar del ambiente de siempre me estaba haciendo bien y cada vez que lo escuchaba, solo recordaba de donde venía y terminaba de mal humor.

La Ley de lo (Im)perfecto ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora