Konoha era esa clase de pueblos dónde uno quería vivir, donde un adolescente lo tomaba como el escenario perfecto para vivir una aventura de libro juvenil, dónde un anciano deseaba pasar los últimos días de su vida, dónde un niño quería tocar timbres y salir corriendo, dónde un adulto quería disfrutar de la paz que una ciudad ajetreada nunca podría brindarle. Así que si, era de esos pueblos dónde quieres vivir, dónde quieres tener una aventura durante el verano, dónde quieres disfrutar de la brisa cálida y los vecinos amables, dónde quieres dejar tu puerta abierta sin miedo a los ladrones y tomar una siesta un domingo por la tarde.Konoha tenía la misma clase de personas que tenía una ciudad grande. Una misma escuela primaria y secundaria cerca del centro del pueblo, una plaza pública y un pequeño centro comercial, un único supermercado y una carnicería de pulcras paredes blancas con su típico olor a carne. Casas, en su mayoría familiares y una calle solo de apartamentos y hostales para los visitantes, todas con bonitos jardines cuidados por el sexo femenino y los niños, cocheras de portones blancos y porches de madera decorados donde los más viejos solían pasar casi todo el día sentados viendo a los más jóvenes pasar, a los adultos llegar a casa mientras hablaban con sus vecinos de la misma edad avanzada, leyendo el periódico o jugando juegos de mesas, contándole anécdotas de su juventud a sus nietos.
Y ahí estaban ellos dos, en una de esas bonitas casas, encerrados en una limpia y decorada habitación de colores azules y rosados, sentados en la cama, con una portátil en el medio de ambos, uno de los teléfonos reproduciendo una play list de Spotify de Rock and Roll un bol con frituras y refrescos de manzana en dos vasos grandes, mientras estaban en la importantísima tarea de Stalkearl a la nueva persona que había arribado al pueblo.
—Bueno, pues es todo un profesional —comento fascinada, dándole un sorbo a su refresco por un pitillo.
—Sí, lo es —asintio y le dió click a una imagen que se abrió al instante frente a sus ojos, una sonrisa divertida tiro de sus labios y miro a su amiga —. Y eso sin duda lo hace más interesante, ¿no te parece?
—Por supuesto, según una exhaustiva investigación realizada en San Google, descubrí que las personas profesionales y solteras no son tan accesibles sin están el rango de edad entre 30 y 35, en cambio, si son más viejos pues son más accesibles, claro esta que lo primero no aplica a todas las personas, puesto que también influye mucho su personalidad —explico, moviendo entre sus dedos un lápiz táctil.
—Pero si que te esforzaste en hacer la tarea, eh.
—Por supuesto, tenemos que recabar toda la información que nos sea posible. Tu mismo lo dijiste, que era importante saber todo de él.
—Sí, y es una verdadera pena no poder consultar esto con los adultos.
Ambos suspiraron, la idea inicial había sido sacar un poco de información de forma sutil a Madara, algo que les fuese de utilidad para conocer un poco sobre el Senju, pero la información que su tío les había brindado no había sido muy útil que digamos, estaba clarísimo que Madara odiaba al hermano menor de Hashirama, y eso lo pudieron confirmar por la forma en que se había expresado del albino, el odio se podía notar en su voz.
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Heterocromia (Tobisasu)
FanfictionTobirama no podía evitar sentirse atraído por aquel niño de ojos Heterocromaticos, y lengua afilada. Solo había un problema. Era un Uchiha. El sobrino de la persona a la que más odiaba. Uchiha Madara. Un nene consentido y mimado que odiaba un no po...