Era la primera vez que montaba en avión y estaba demasiado nerviosa, desde bien pequeña había tenido vértigo, cada vez que mi madre me dejaba ir a la feria con mi hermana (pocas veces a decir verdad) yo no quería subir a la noria o a atracciones que estaban demasiado altas...
De solo pensar en que el avión puede perder el control y caer...Mi madre no me había acompañado al aeropuerto, estaba enfadada conmigo, decía que yo tenía que estar en nuestro pueblo de Londres como si fuésemos una familia feliz.
Mi hermana por su parte si que había venido pero solo porque no tenía a nadie que me trajese, no quería llamar a un taxi, demasiado dinero me había gastado ya.-¿Estás segura de que te quieres ir, Serena?- estaba cansada de que siempre preguntaran lo mismo.
-Más que segura, Lili.
Liliana tenía dos años más que yo, y estaba súper aferrada a mí madre, era como si dependiese de ella y que sin ella no supiese que hacer, en cambio yo era como lo opuesto a eso.
Ella me dio un abrazo y se giró para irse, no siquiera se espero para ver cómo subía las escaleras y me iba. Igual es que había visto demasiadas películas.
Subí con manos temblorosas al avión después de haber dejado mi maleta, me senté en mi asiento y justo me tocó la ventana, vaya. La chica empezó a decir lo que no teníamos que hacer o lo que teníamos que hacer en caso de emergencia.
~~~~~~
Alguien me zarandeo del brazo y me di cuenta que era la azafata que ya habíamos aterrizado, la mayor del la parte me había quedado durmiendo y la verdad que ni me enteré mucho del vuelo, no fue para tanto...
Al coger mis maletas y ir hacia la puerta para salir y llamar a un Uber, un chico pasó por mí lado y sin querer chocó conmigo.
-¡Oye, más cuidado!- no se como dije eso, creo que la vena de la independencia me había empezado a afectar, pero no puede resistirme al ver a mi pequeño iPhone 7 plus tirado en el suelo.
Era la primera cosa que me había comprado con mi primer sueldo cuidando a un niño, y la verdad es que me salió caro.
El chico se paró a mí lado y cuando levanté la cabeza vi que le salía la sonrisa.
-¡Encima te ríes! ¡Que sinvergüenza!- estaba claro, dejar de vivir con mi madre me había afectado.
Cogí a mí pequeño bebé y miré que no se encendía, mierda.
-Oye, lo siento. Pero no tengo la culpa de que estés tan despistada que no mires ni por dónde vas.
Encima tenía la cara de echarme la culpa.
-Igual tú también, si no, no hubieses chocado conmigo.
Me quedé mirando mi móvil, ¿Qué haría si no podía llamar a nadie? A demás no tenía ni familia ni amigos por aquí, iba a ser difícil...
-Bueno, da igual...
-¿De dónde eres?- ¿Y este? Que suelto.
-Londres- dije mirándolo con cara de confusión.
-¿Conoces a alguien de aquí?- ahora si que no entendía nada. ¿Por qué narices preguntaba tanto?
-¿Y a tí qué te importa?- dije enfadada de que no me dejaste en paz.
-Bueno, teniendo en cuenta de que son las doce de la noche, eres nueva en Manhattan, no conoces básicamente a nadie y se te acaba de romper el móvil... Igual te hubiese podido ayudar, pero, encantado de conocerte- dijo con una sonrisa de lado que me hubiese gustado quitarle yo misma.
Se giró y antes de que se pudiese ir muy lejos le cogí del brazo.
-¿Me podrías dejar tu móvil?- podría haber preguntado a alguien más amable, sí. Pero el movimiento fue casi involuntario.
-Te podría llevar yo- dijo con las cejas levantadas.
-Podrías ser un violador, asesino. ¿De verdad crees que iría contigo? Pues, no. Sólo necesito que seas tan amable de prestarme tu móvil.
Se despidió suavemente y se giró marchándose lentamente.
Estuve un buen rato pidiendo a alguna chica que si me podría prestar el teléfono para llamar a un taxi, pero simplemente me miraban de arriba abajo y se iban. ¡Ni que fuese un alienígena!
Tampoco iba a pedírselo a ningún hombre de por allí, no me daban buena espina a decir verdad.Me senté en un pequeño banco y pensé que igual tenía razón mi madre, nunca había hecho nada yo sola nada más que cuidar a un niño de 5 años. Pero no sabía cocinar, no sabía, pufff demasiadas cosas para contar...
Un coche en frente de mi, de le encendieron las luces miré hacia atrás y estaba el chico de antes.
-Veo que no te has podido marchar.
Se apoyó en su coche mirándome, y me replantee haberle dicho antes que si además me podría pasar algo tanto allí sentada que subiendo con el al coche... Además, no parecía mal chico.
Cuando se fue a meter en su coche abrí su puerta rápidamente y me senté en el asiento copiloto.
-¿Todavía me puedes llevar?- dije con una pequeña sonrisa.
-¿Donde?
Le dije la dirección de un pequeño apartamento que había alquilado.
A la media hora llegamos.
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Bienvenida a Manhattan
JugendliteraturSerena está cansada de vivir en Londres, con las reglas de su madre y de su hermana. Hoy por fin cumple 18 años y ya es mayor de edad para pensar y decidir por sí sola, aunque eso conlleve dejar de hablar con su madre... En Manhattan conoce a un chi...