Capítulo único

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¡Hola! Sé que les debo otra historia, pero, pero,perooooo... Necesitaba subir esta, la hice hace unos dos meses y ahí seguía guardada, asi que pues, me decidí a subirla... Y, no se preocupen, la otra historia MexPer, bueno el siguiente capítulo ya lo estoy escribiendo, más bien, terminando uwu

Bueno, sin más, espero disfruten este oneshot :3


(...)

Hacía, aquel domingo en la mañana, un clima nublado, sin mostrar ni un solo rayo de sol. Eso le fastidiaba. Del pequeño cuarto donde se encontraba, dejando un libro en la mesita al lado suyo, fue hacia la ventana. Caminó lento, con mirada seria.

Al estar a centímetros del ventanal, solo pudo observar más nubes, opacando la luz solar que esperaba ver aquel domingo.

— Que aburrido, estos días solo hacen que me deprima más.

Dijo en voz alta, Perú. Levantó una mano hacia el frío vidrio, sintiendo la humedad que emanaba de este. Anoche había aparecido una lluvia suave, pero al mismo tiempo irritante para el pelirojo.

No le gustaba la lluvia, ni los días nublados.

Solo le llegaban recuerdos de una vida de puras tragedias y esclavitud. Aquellos días, que parecían siempre ser nublados, opacados por las nubes tristes en un cielo que esperaba, algún día, poder ver claramente.

Esa misma mano llegó a su brazo, lo frotó un poco suavemente, como para quitarse el pequeño escalofrío que le recorrió su espalda al recordar algunos sucesos que le acontecieron hace tiempo.

Siguió observando al paisaje triste, casi no había nadie por ahí, como si las demás personas fueran también alérgicas a este clima.

— Excelente, al menos no soy el único que odia estos días.

Un pequeño brillo surcó sus rubíes, y una imperceptible sonrisita se levantó en su boca.

En esos días, lo único que hacía era deprimirse más de lo que ya estaba. Ni le daban ánimos de salir a ninguna parte, y siempre se la pasaba leyendo libros todo el día.

Ah, si sus amigos lo vieran así, le dirían que era un maldito ratón de biblioteca, pero es que todavía no conocían del todo a Venezuela. Por el de las ocho estrellas, era que Perú se había obsesionado tanto con la lectura.

De repente, una pequeña sensación le pegó de lleno, quitó su mirada de la ventana, y volteó su cuerpo entero, fijando su roja mirada hacía un paquete de cigarrillos que yacían a un lado de su libro, en la pequeña mesita al lado de su sofá favorito.

Tentador, más le había prometido ya no fumar... Al menos no tanto. Y si lo encontraba así... Vaya mierda que se haría.

Le daba algo de miedo verla enojada. Además, no le gustaba cuando se ponía de intensa a decirle de cosas sobre su adicción al tabaco. El peruano culpaba a su pasado, como si él fuera el más inocente. Y cuando decía aquello a esa mujer de ojos miel, la mirada de ella se tornaba triste, y con una pequeña mueca, tierna para él, se formaba en sus pequeños labios los cuales tenían un pequeño piercing en estos.

Al recordarla, dejó su mano en el aire, la cual ya estaba a punto de agarrar la cajita y sacar un cigarrillo.

Por ella es que había dejado de fumar, no del todo, pero ya no lo hacía a diario.

Por ella.

Ella.

Hablando de eso ¿Dónde estará? ¿Que estará haciendo ahora?

Tal vez tomando por ahí con sus amigos sudamericanos, o comiendo sus queridísimos tacos de colores.

Quién sabe.

Quítame la tristeza y devuélveme las alegríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora