Acción fantasmal a distancia

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Y sólo sé, sé, sé
Que yo te busqué
Cruzando el tiempo
En toda dirección[¹]

—JingYi...

«¿Eh?»

—¡JingYi!

«¿Quién es...? Yo no soy JingYi»

—¡Despierta! ¡El maestro Qiren viene hacia ti!

«Pero... quiero dormir un poco más...»

El estrepitoso ruido que esa mano poderosa hizo al golpear su mesa se lo impidió. Incluso pudo ver cómo la palma había quedado marcada en la madera ébano, revelando el enojo y la fuerza del anciano.

—Siete veces «Disciplina». Parado de manos y con los ojos vendados.

El silencio dentro del salón era una inhalación comunal contenida. En parte por las características del castigo, en parte porque Lan JingYi, ahí presente, miraba al mayor Qiren sin ofrecerle la disculpa que a todas luces el maestro estaba esperando. Más aún: ni siquiera parecía comprender que debía ponerse de pie y salir de ahí a cumplir con su sanción.

La ceja izquierda de Lan Qiren estaba empezando a temblar, no podría decirse si era un tic nervioso o pura ira contenida. O una cosa que derivaba de la otra. 

—Ocho veces.

Era difícil no sentirse intimidado por ese entrecejo fruncido y esa mirada severa. Fue como si todo el conjunto de estudiantes se encogieran un poquito en sus asientos, el increpado incluído.

—Perdón, pero... ¿Ocho veces, qué, exactamente? —Preguntó con una voz tan dudosa que no parecía la suya.

Recibió una larga inhalación como respuesta, un gesto que anticipaba reprobación antes incluso de que cualquier palabra fuera dicha. 

—Diez veces, y van a ser quince si me obligas a llevarte personalmente a la biblioteca. 

En efecto, tuvieron que ser quince copias. Pero no fue su culpa: él no tenía ni idea de dónde estaba, ni como se suponía que iba a llegar a la dichosa biblioteca sin perderse. La habitación estaba vacía, y él, cada vez más confundido. Se sentó en la mesa donde el viejo maestro había dejado el pesado volumen que correspondía a la sección de disciplina de GusuLan, y lo abrió sin saber muy bien por dónde empezar. 

Si Wen Yuan no recordaba mal, hacía no más de diez minutos estaba cabeceando dentro de la cueva mata demonios mientras su padre divagaba como lo hacía de forma habitual. El calor encerrado caldeaba el ambiente y cerrar los ojos era una tentación demasiado grande como para no ceder aunque fuera sólo un poco. No más de un minuto...

La pulida superficie de la mesa le regresó su reflejo distorsionado: esa no era su cara.  Dio un salto de sorpresa, buscando inmediatamente cualquier cosa que le permitiera mirarse. 

De hecho, ese ni siquiera era su cuerpo. 

El reflejo que le devolvía la mirada tenía la cara redonda y los ojos grandes; y su complexión era más fina que la suya, además, estaba casi seguro de que el nivel de su vista parecía estar varios centímetros más abajo de lo habitual. 

—Tío indicó que Lan JingYi cumpliera el castigo parado de manos. 

Wen Yuan se congeló cuando vio a ese hombre entrando a la habitación. El rostro estoico, casi indiferente. El Lan WangJi que estaba frente a él no había cambiado mucho del de sus recuerdos de infancia, a pesar de los años que había pasado sin verlo.

Zhuiyi week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora