Esos últimos días de otoño, Cobain pasaba mucho tiempo metido en la biblioteca de su ciudad, era un lugar muy apacible para él y le encantaba.
El olor a libros, la calidez que emanaba por si solo el lugar, era realmente agradable. Podía tener su celular en silencio y no se preocuparía en encenderlo durante todo el transcurso de su estadía en el establecimiento.
Comúnmente se la pasaba en el pasillo de arte, era un pintor algo conocido, sus trabajos solían llegar a los museos y para él era un gran honor poder presentar su arte a grandes cantidades de personas.
A su mejor amigo, Dave ya se le empezaba a hacer raro que el rubio pasara tanto tiempo metido en la biblioteca, por decisión propia... Y porque se alimentaba de saber sobre la vida ajena, fue con él aquel día para acompañarle.
El rubio vestía una camisa negra junto a un pantalón del mismo color, la camisa iba por dentro y el pantalón ajustado con un cinturón, zapatos de vestir de cuero sintético del mismo color que sus anteriores prendas mencionadas y su abrigo gris. Otra cosa a destacar, muchas chicas de su antigua universidad seguían insistiendo en hablar con el ojizafiro porque lo consideraban un «fashion icon» y aparte que supiera de arte lo volvía «irresistible».
Y para Dave seguía siendo extraño que con todo eso, Kurt no se interesara en hacer vida romántica o ampliar su círculo social.
Las frías calles y la brisa golpeaba los rostros de ambos jóvenes de veintitrés años, el rubio llevaba tres libros en un brazo y su bolso donde andaba lápices, un SketchBook, billetera, llaves y su celular.
—. ¿Cómo te ha ido en la cafetería? — Preguntó por inercia en cuanto estuvieron en la entrada del bonito lugar con un estilo gótico.
—. Bastante bien, cada vez llegan más personas y poco a poco mis postres gustan más.
Si algo se debía de destacar del mejor amigo de Cobain era su habilidad para la repostería, preparaba los postres más deliciosos que había probado en su vida.
Se adentraron al lugar yendo con los bibliotecarios, había una preciosa chica de cabello rubio, ojos zarcos, labios teñidos de rojo y ni se diga su vestimenta. Un cromático verde al igual que la larga falda, unas zapatillas negras y sus cintas formaban un pentagrama, quizás encontró a la razón por la que su amigo iba tanto a la biblioteca.
Al lado de ella estaba un chico pelirrojo con cara de pocos amigos, llevaba una sudadera negra amplia y un pantalón negro rasgado de las rodillas, unas botas de cuero también del mismo color y varias cadenas, pulseras y unos anillos.
Él si que intimidaba.
Kurt se apoyó en el escritorio con una sonrisa amplia, sacó su tarjeta de la biblioteca y un trozo de papel que metió en uno de los libros logrando llamar la atención de su amigo.
—. ¿Qué es eso? — Cuestionó con una mueca de confusión en su rostro.
—. Shhh. — Le silenció antes de llamar la atención del ojiesmeralda tras el escritorio. —. Los preste hace dos semanas.
—. ¿Qué? ¿Tienes un súper poder para leer enciclopedias en dos días?
Cuestionó aquel pelirrojo con una sonrisa burlona mientras se levantaba de su silla para tomar los libros y la tarjeta.
El rubio le dedicó una mirada filosa que solo le causó cierta gracia al hombre que parecía unos cuantos años mayor.
Luego de registrar ciertas cosas en su computador le regresó la tarjeta, se despidió dejando su abrigo sobre su brazo para adentrarse a los pasillos del gran lugar, tras él iba su amigo.
