Hermione Granger se encontraba emocionada ante la visión de un nuevo año en Hogwarts. De alguna manera, volver a las clases la distraía de los problemas que les habían sacudido hasta entonces. Debía confesar que se mostraba reticente a la idea de Snape como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, sin embargo la idea de aprender hechizos no verbales le fascinaba.
Sentía curiosidad por Slughorn y cómo serían sus clases. Cuando entraron en el aula descubrieron que no más de una docena de alumnos cursaría ese año Pociones. Cuatro de Ravenclaw, Ernie MacMillan de Hufflepuff y otros cuatro de Slytherin, además de ellos tres. La cabellera rubia platino de Draco destacaba en aquella mesa de serpientes. El chico se giró y le dedicó una mirada fulminante, la cual ignoró puesto que ya estaba acostumbrada.
Chasqueó la lengua y examinó los calderos.
Cuando Slughorn entró, Hermione ya sabía qué contenía cada uno. Se sintió muy satisfecha ante la aprobación de su profesor cuando pudo decir para todos en qué pociones consistían. Recordó brevemente a Snape y su actitud agria y se sobreestimuló al contemplar la posibilidad de conseguir el frasquito de Felix felicis al final de la clase.
Hermione era feliz en la escuela.-¿Para qué crees que necesitará Draco el felix felicis?- le susurró Harry.
Hermione se descentró por un momento de su tarea y lanzó una mirada fugaz al Slytherin, que cortaba la valeriana con énfasis.
-Oh, vamos- respondió ella con sorna- que Salazar venga y les maldiga si uno de ellos no la desea.
Harry se giró, no contento con su respuesta y abrió el libro que le había prestado el profesor. Sabía que su amigo no iba a parar hasta descubrir lo que Draco tramaba, y que cualquier cosa alimentaría su curiosidad. Si bien no podía negar que ella misma se sentía intrigada por el halo de misterio que envolvía la conducta del chico desde aquel día que le vieron aquel día entrar a Bourgin & Bourkes, la idea de que lo que realmente hubiese ocurrido allí dentro fuese una ceremonia de iniciación con los mortífagos le resultaba tan absurda como para hacerle reír.
Volvió a dirigir la mirada al chico. Draco tenía una actitud solemne y arrogante, que se mantenía aún cuando se centraba en algo con pasión. El chico miraba el libro y realizaba la tarea con mucho esmero, más del común en él. Resopló ante el resultado de su caldero y se pasó la mano por su cabellera plateada, echándose el pelo hacia atrás. Alzó la mirada frustrado y sus ojos de hielo se encontraron con los de la chica, que rápidamente recordó que tenía que volver a la tarea y bajó la mirada. Se giró rápidamente mientras sentía los ojos del chico clavados en ella.
Draco Malfoy era un chico arrogante y en muchas ocasiones estúpido, disfrutaba haciendo la vida imposible en los demás y en contadas ocasiones había leído la malicia en su mirada. Pero algo en ella se cerraba ante la idea de que fuese un mortífago. Algo como la inocencia del niño que ella creía firmemente que aún vivía en él.
Hermione salió de clase algo frustrada y , aunque se negara a admitirlo, celosa de Harry Potter. Discutieron en la sala común sobre el uso del libro que Harry había obtenido, el cual estaba repleto de apuntes de un tal Príncipe Mestizo. Al parecer a ese Príncipe se le daba muy bien realizar Pociones y por tanto Harry estaba contando con una indudable ventaja de origen no muy claro que le resultaba un tanto injusta.
Si bien el chico ofreció compartir el libro, ella se negó y decidió seguir las instrucciones "oficiales" para conseguir los resultados por ella misma y no del trabajo de otro.
Al llegar las ocho, Harry se fue a su cita con Dumbledore y ella decidió salir también para serenar su mente. Le deseó lo mejor a su amigo emocionada por lo que aprendería y le suplicó que se lo contara todo al volver.
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Reminiscencia
FanfictionBasado en la novela original Harry Potter de J.K.Rowling. Draco Malfoy y Hermione Granger son dos polos opuestos.. Dos fuerzas complementarias. Sin embargo, su historia se extiende más allá de lo que siempre hemos conocido. Pasado, presente y futuro...