cuento 7

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Nos miró con una sonrisa frenética acompañada de lágrimas amargas.

—Mis hijos no, malditos —
dijo mientras soltaba el arma vacía.

Luego soltó un grito de guerra mientras nos arrojábamos hacia él.

Luchó hasta el final, pero éramos muchos quienes lo devoraban.

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