◇Capítulo final 2

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"Hoy es el día."

La pequeña Naeun se acurrucaba en mi pecho mientras, junto con Jaehyun, veíamos emocionado a Jimin mirar por la ventana, volteando a verme y mostrándome una de sus más grandes y emocionadas sonrisas. Luego él acomodó la correa de su cámara y esperó una respuesta positiva de mi parte.

"Sabes que esto no me gusta, bebé, lo siento." Jimin suspiró, acercándose hasta que su nariz rozó la mía y me robó un rápido beso.

"Me prometiste que después de que Naeun cumpliera ocho meses podría ir a una entrevista de trabajo. Sé que con tu manejo por internet de esa empresa que has creado nos irá bien, pero Taehyung, no me gusta no poder ayudarte."

"Me ayudas cuidando a los niños conmigo."

"Lo sé y me encanta, por eso el trabajo no es diario, será únicamente durante los fines de semana unas dos o tres horas."

"Solo no me gusta que salgas, Jimin."

"Lo sé también, no me dejas ni ir a la tienda a comprar los pañales y te entiendo, créeme, pero ya es hora, Taehyung, no puedo seguir escondiéndome del mundo por malos recuerdos que ya olvidé. Quiero sentirme útil... Quiero volver a la casa y encontrarme con mi familia contenta de mi regreso, eso quiero. Quiero que confíes en mí."

"Yo confío en ti." Me incliné hasta volver a besar sus gruesos labios. Ambos escuchamos el sonido de asco de Jaehyun, sonriendo a mitad del suave y dulce movimiento de nuestros labios.

"Pero me da mala espina los peligros de la calle."

"Te ha dado mala espina por más de un año, alfa." A veces Jimin solía llamarme así, era gracioso y lo hacía con obvia ironía por mi autoridad solo por ser uno, pero no me molestaba.

"Anda, necesito que mi alma gemela me desee suerte, sino entraré en pánico y probablemente me desmayaré en plena entrevista."

"De acuerdo, de acuerdo." Bufé, rendido ante su terquedad. Aunque haber logrado que por más de un año se mantenga en casa demostraba que podía ser igual o más terco que él, pero, al parecer, mi técnica se iba deteriorando con el tiempo, porque ahora no podía impedirlo más, Jimin quería volver a sentir la libertad del estar fuera de nuestras cuatro paredes y debía permitírselo, aunque no me agradara la idea. "Suerte, bebé. Estoy completamente seguro de que te van a contratar."

"Gracias, Tae." Él se inclinó para darle un beso en la frente a Jaehyun y luego hizo lo mismo con la pequeña Naeun, quien frotaba su ojito con un gesto cansado, lista para su ya programada siesta. "Tengo todo, así que no te preocupes. Llave, celular, billetera... Cámara, ahm..."

Revisó en sus bolsillos. "Ah, sí, mordida." Estiró el cuello de su remera, mostrando orgulloso la marca que habían dejado mis dientes y remarcado la noche anterior. "Anillo y sí, todo listo." El hermoso recuerdo de nuestro compromiso que decoraba su dedo no podía verse más perfecto en contraste con su piel. Asentí y aunque me dolió, lo vi salir de la casa, sintiendo que una parte de mí se iba junto a él.

Era normal aquel sentimiento de necesidad, cuando vivíamos separados y me iba al trabajo, ese vacío se hacía presente constantemente, sin embargo, después de haber pasado tantos meses juntos, la mutua necesidad aumentaba y mi deseo por ir por él y prohibirle alejarse de mí solo se hacía más y más grande.

Solo he caminado media cuadra. Tranquilo, tigre.

Lo oí y sonreí con resignación, al menos eso era algo que evitaba que lo sienta completamente lejos. Caminé tranquilamente por la casa mientras Jaehyun me perseguía en silencio, permitiéndome dormir a Naeun en mis brazos. Antes de irse, Jimin le había dado de lactar, pero de vez en cuando probábamos con la leche en polvo y ella la aceptaba, así que no tenía que preocuparme demasiado.

"The Perfect Omega" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora