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Reunirse en una disco no era algo que frecuentemente hiciera el duetto de jóvenes, por lo que esta noche parecía ser especial. Especial para Yi, una ocasión excepcional para Yone. Noche llena de sorpresas para cada enamorado, que con fugor, sus corazones chispean a medianoche.

Juntos, se dirigieron hacia la pista, la música resuena por todo el escenario. La multitud, emocionada, va al ritmo del compás. Allí, empieza el joven de piel como la nieve a danzar vivazmente.
Sus caderas meneando con cierta sensualidad, sus brazos dirigidos hacia su nuca acariciando los claros cabellos, y cerrando sus párpados, sintiendo la melodía recorrer hasta su alma.
Yi no sabe qué es lo que realmente debería hacer. De repente, ni siquiera puede pensar en algo que no sea la obra de arte frente a él.
En sus ojos contorneados por un negro delineado, en aquellas perfectas cejas definidas y el rubor en sus mejillas que hacía que Yone se viera tan hermoso a los ojos del observador.
La mano del precioso hombre lo hace volver a la realidad, acercándose por un fuerte impulso hacia él.

─ ¿Qué es lo que sientes? ─ Yone lo toma por los hombros, y sus palabras suenan casi como un susurro para los oídos ajenos debido al volumen de la música.

Yi no responde, pero aquella pregunta lo hizo recordar aquel especial cariño que tiene hacia su compañero. No es que no lo supiera ─luego de años de convivencia con Yone─, sabía que tan hechizado estaba a los encantos del muchacho, pero intentaba negarse a aceptarlo.
Desde un principio, quería rechazar sus firmes sentimientos amorosos hacia un hombre; hacia un hombre que podía rechazarle por sus indebidos deseos. Pero hoy, todo parecía demostrar lo contrario.

─ ¿Qué es lo que piensas? ─ luego, Yone rozó sus rosados labios en la mejilla izquierda de Yi, una suave caricia que hizo temblar ligeramente al mayor.

Sus miradas se cruzaron, y eso fue lo que rompió el hielo que mantenían ambos varones. Inmensa locura delante de algunos; inmensa ternura a la vista de otros.

─ Bésame, Yi. Vivamos libres esta noche... por favor.

El nombrado se sentía tan torpe. Tanto tiempo ocultando sus sentimientos hacia aquel ángel de cabellos blanquecinos, esperando el rechazo y odio hacia su persona para que, finalmente, el mismo Yone rompiera las cadenas del resentimiento personal.
Ya no podía luchar más contra sus sentimientos.  

Sus labios se unieron hacia la de su amado, abrazando su delgado cuerpo con pasión, sus corazones compartían un mismo ritmo. La música, curiosamente, se volvió más relajante y dulce.

─ ¿Me amas, Yone?

─ Sí.─ contestó rápidamente.

─ ¿Hasta dónde?

El muchacho más joven acarició el rostro contrario con sus finas manos, abrazándose nuevamente.
─ Te amo y te amaré hasta que muera, y así en la siguiente vida, te amaré entonces.─

Que alguien lo despertase, porque todo aquel escenario parecía salir de un mismísimo sueño para Yi.
Esa noche duró una eternidad para el duetto de amantes.
Noche de sorpresas. Noche de baile. Noche llena de amor.

Las estrellas un nuevo romance acababan de admirar.
Y un hombre de cabellos grisáceos que habíase contenido a sentir y vivir, acababan de transformar.

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eli.

Danse à minuit ︱YioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora