♡Volver a empezar♡

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¡Niña estúpida!

¡Miren que gorda está!

Esa no saca su cabeza de los libros.

La timidez la va a matar.

Esos eran los constantes murmullos que había en la secundaria desde que ponía un pie en ella; con ellos tenía que lidiar cada día sin tener la mínima probabilidad de defenderme.

Quizás para cualquier otra persona era fácil hacer caso omiso a las murmuraciones, pero para mí no tanto.

Me enojaba no tener la valentía necesaria para enfrentarlos, se suponía que yo debía de mantener una figura intachable, por lo que eso no entraba en mis posibilidades.

Mi deber era estar estudiando las veinticuatros horas del día, estar en cualquier cosa que a mi madre le parecía productivo y no divertirme como cualquier adolescente normal.

―Tienes rotundamente prohibido perder la compostura, ir a fiestas y actuar como esos niños hormonales. Tienes que comportarte como yo lo hago y seguir cada uno de mis pasos ―su voz fuerte y su mirada retadora me hacía temblar.

―Pero mamá...

―No te atrevas a contradecirme, Yashira. Recuerda que tu deber es actuar como te lo ordeno.

Esas fueron las palabras que recibí de mi madre a los diez años, desde ese momento comenzó a vivir ella en mí y no me dejaba ser.

En pocas palabras yo era como un robot a la que ella le daba órdenes y acataba al instante.

Pasaron los años y ser su títere se convertía en una tarea más difícil, casi no podía descansar, debido a que para ella era sinónimo de una persona perezosa y en su casa no se permitía eso.

Mi casa era mi propia cárcel; todo se reducía a ''no hagas eso, no hagas lo otro, haz esto y haz aquello''.

Debido a ello cuando estaba por finalizar la secundaria quería explorar nuevos horizontes, quería liberarme y hacerle saber al mundo que no era solo una chiquilla bajo la etiqueta de ''chica tímida''.

Yo cantaba, escribía y hasta dibujaba; pero claro, todo eso estaba oculto de mi progenitora.

Estaba cansada de ser alguien que no era, vivir por otro y no por mí.

Por esa razón cuando mi hermana me invitó a pasar las vacaciones en su ciudad acepté sin rechistar. Ya yo no era la niña que vivía bajo la sombra de sus padres y ya no volvería a esconderme tras los libros.

Ya no más.

Esta era la oportunidad que tanto había necesitado, era mi momento de aventurarme a otro lugar y salir del cascaron, abrirme a las personas, disfrutar de lo que se me fue privado y ser yo misma.

Me era necesario salir de la prisión donde me encontraba y no iba a dejar que la historia se repitiera otra vez.

Era hora de un cambio de aires, mostrar mi verdadero yo y volver a empezar.


Relato para participar en el Noviembre Dinámico; dirigido por AmbassadorsES

Volver a empezar ✅ [RELATO ÚNICO]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora