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Al pasar los días desde su partida, Jimin además de sentirse destruido, se sentía malhumorado, molesto por el mínimo detalle que pudiera notar.

— No me gusta, hazlo de nuevo. — Gruñó y le devolvió los papeles a su secretaria. — Lo quiero para dentro de una hora.

— Pero señor, me ha tomado todo el dia de ayer para hacerlo y... — Fue interrumpida.

— Para una hora dije, vete ya.

La chica por poco no salió corriendo de allí.

A Jimin no le gustaba en lo que estaba transformandose, ni decir siquiera cuando se miraba al espejo.

No le gustaba, lo odiaba y odiaba la forma en que su mismo dolor no dejaba avanzarlo en las relaciones. Nadie era Yoongi...

Ni siquiera ese admirador secreto que le envió las entradas, las flores, postales de Francia; de la Torre Eiffel y de un museo.

Su cuerpo no podía olvidar aua abrazos, sus besos, su toque. Su cabeza se negaba a dejar ir el recuerdo de su voz, de su risa, de...

Su telefono sonó, la voz de su secretaria se escuchó.

— S-señor Park, una persona lo está buscando, dice que es por las propiedades que quiere comprar en Daegu.

— No tengo tiempo.

— Insiste, dice que le interesa.

— Dile que vuelva mañana. — Gruñó Jimin. — No tengo tiempo para él.

— Si pero... ¡Señor espere! — Se escuchó y la puerta se abrió.

Cuando Jimin elevó su cabeza para insultar a cualquiera que haya entrado, su boca se secó.

Abrigo marrón, lentes ovalados, una boina marrón oscuro... y su sonrisa... su sonrisa preciosa.

— No quieres que me enfade Jimin.

El nombrado tragó saliva y le habló a su secretaria.

— Retirate... quiero hablar con él...

La muchacha salió rapidamente de allí... y entonces lo tenía, frente a él... más alto, piel palida, cabello castaño... y su mirada tan gélida y caliente al mismo tiempo.

— ¿Disfrutaste las entradas? — Giró su vista hacia el escritorio. —Todavía tienes las rosas... aunque están secas en tu libro.

Jimin no podía decir mucho, no porque no tuviera ideas, sino porque no sabía que decir primero.

Lo vio moverse por la que había sido su oficina.

— No has movido ni un mueble.

Los segundos pasaron en silencio.

— Es ridiculo ¿no? — Murmuró Jimin, no queriendo decir su nombre por miedo a que todo eso sea un sueño.

Lo vio hacer una mueca... como las de antes... como el hombre duro y frío; entonces esperó a que alguna palabra dura saliera de su boca.

— No he podido besar a nadie por miedo a terminar borrando la sensación de tus labios. — Habló bajo, Jimin contuvo su respiración. — ¿Qué tan ridículo es eso para tí?

Jimin solo lo miraba. Caminó un par de pasos hasta alcanzar su cuerpo y quitarle la boina, su cabello castaño cayendo largo en su frente.

— Es muy ridículo... es muy ridiculo sabiendo que eres el león de la selva de concreto. — Murmuró acariciando su rostro lentamente.

Le dio una media sonrisa antea de que sus frentes se apoyaran juntas.

— Tengo tantas cosas que explicarte. — Suspiró acariciando su mejilla con su mano grande.

— No tienes que hacerlo si no quieres...— Respondió, cerrando sus ojos.

— Quiero, puedo y debo... ya no soy el mismo y te necesito como el aire.

Jimin trató de evitar las lágrimas que se juntaron en sus ojos.

— No soy el mismo sin tí... no me gusta. — Jimin negó con la cabeza.

— Lo siento cariño. — Susurró, acercandose a sus labios. — Debía hacerlo...

Y entonces Jimin se animó a decir su nombre.

— Yoongi... — Jadeó dolido y sus bocas se juntaron.

Aquellas manos abrazando la cintura y las otras las mejillas. El beso fue tan lento y sin prisa, necesitando volver a sentir esa emoción que explotó cuando Yoongi lo abrazó contra sí por su cintura.

— Te extrañé. — Confesó Yoongi entre el beso. — Te extrañé tanto... amor...

Jimin lo abrazó por sus hombros, tomando todo lo que podía.

— No es un sueño... eres real... eres real... — Repitió Jimin contra sus labios. — Volviste... por mí...

— Siempre volvería por tí. — Confesó Yoongi, mirandolo a los ojos. — Eres el único capaz de ponerme de rodillas.

Jimin lo abrazó tan fuerte contra él.

— Quedate hasta siempre conmigo... por favor... quedate conmigo...

Y, cuando el cielo se volvió oscuro chispeado de estrellas, Jimin sentía el cuerpo de Yoongi sobre él; abrazandolo, apoyando su cabeza en su pecho.

— Volví Jimin. — Susurró Yoongi en medio del oscuro silencio. — Volví y esta vez es para siempre.

— Te amo. — Murmuró Jimin acariciando su cabello. — Siempre te amaré.

Y entonces Yoongi elevó su cabeza para, que poco a poco, sus bocas se encontrasen una vez más.







Esto esta a un paso del final.

Matame lento |YM| ⚠🔞   ̶A̶d̶a̶p̶t̶a̶c̶i̶ó̶n̶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora