Buscando A Un Virgen (EDITANDO)

Capítulo 25

—Lo esperado—

Sábado, 06 de Febrero 2021

Luego de horas y horas pensando, meditando frente a mis ventanales, decidí que era mejor dejar me llevar, que si lo pensaba mucho no iría a ninguna parte.

No es que iba a dejar que abusaran de mí ni que lo haría con cualquiera.

Sino que, frente a mí tenía una invitación.

Ya era febrero y la próxima semana sería San Valentin, había salido por semanas con Dylan, y cuándo me pidió ser su novia...:

Nos encontrábamos en la playa, al principio me sentí mal, siempre había ido a la playa con Luke, sin embargo allí estaba, con Dylan; En nuestra cuarta vez en la playa.

Pero no paseando, sino metidos en el mar, buceando, explorando las maravillas que tenía oculto el mar.

Tuve que tomar unas practicas antes pero aprendí rápido.

Al salir fuimos a cenar, en un restautante de mariscos que quedaba a orillas del mar, yo como de costumbre pedí camarones y él cangrejo.

Al finalizar la cena, nos detuvimos un momento en el balcón, la luna se veía bellísima, en aquella noche estaba llena y le daba un toque hermoso al mar.

Fue ahí entonces, donde me lo pidió.

Que si quería ser su novia, su amada y su cómplice.

Me reí por los nervios y porque parecía que pedía que me casara con él.

Si. Acepte.

Y me pregunte, si fue así para ser mi novio ¿qué sería cuando me pidiera casamiento?, y de inmediato borré esa pregunta, era muy rápido para pensar en casarse.

La invitación era de una cabaña, en Dakota del norte, Dylan me la había enviado.

.

Viernes, 18 de Diciembre 2020

Ya era la última clase antes de navidad.

Los minutos pasaban lentamente, eran eternos.

Llevaba más de dos semanas sin hablar con Luke, ni él me buscaba ni yo a él.

No tenía caso, al menos no para mí, él había defendido a su amigo en el tribunal diciendo que estaban en nueva york y me obligué a observar cada detalle de su rostro cuando mostraron un video de seguridad.

Un video que yo no sabía que existía.

Su mirada de arrepentimiento hacia mí, una que no pude responder, porque él no confió en mi palabra.

Y lo extrañaba.

Extrañaba su compañia y sus consejos.

Las sonrisas que me sacaba.

Al terminar la clase, recogí mis pertenencias despacio, sin prisa, mientras todos se daban rápido para poder salir de ahí.