Día 1: Cita de invierno

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Alzó sus manos por delante y capturó los débiles copos de nieve que se derritieron entre sus palmas. Al principio, el hielo de color blanco se mezcló un poco con el rosado de sus yemas y luego formó un matiz precioso a la vista. Angel Dust sintió el frío de la nieve y la sensación le trajo una nostalgia irremediable. La apreció y la diferenció bastante de los copos helados de la tierra de los vivos.

Nieve... ¡De verdad está nevando!

Sonrió feliz al observar a los copos caer lentamente sobre la superficie de las calles. El centro no era diferente al de cualquier otra ciudad y las avenidas estaban muy concurridas. Y en esa ocasión, no se encontraba en cualquier lugar. Llegó junto a Alastor a una de las locaciones más visitadas, un boulevard enorme que los demonios utilizaban como centro de reuniones. Varias tiendas con decoraciones invernales se encontraban allí y eran las más populares del pentagrama por su estética y glamour de temporada, y el invierno apenas y había llegado.

Alastor tomó la mano de su pareja, alzó un poco la mirada al cielo rojizo que se teñía de un grisáceo extraño debido a las nubes de nieve y sonrió con la misma clase de nostalgia que Angel. Tal vez estaban demasiado abrigados para la cita, pero la temperatura no hacía más que descender y la nieve no ayudaba mucho en ese panorama.

Los residentes dicen que la nieve llega al menos una vez cada doscientos años al infierno. Es la primera vez que la veo desde que estoy aquí.

—¡También yo! La última vez fue en el mundo de los vivos.

El entusiasmo de Angel fue efusivo y enérgico. No temía mostrar todo su cariño, su dulzura y aprecio hacia él. Y mientras seguía percibiendo la forma en como los copos se desintegraban entre sus dedos, uno de sus brazos inferiores rodeó la cintura de su hombre y lo mantuvo muy apegado a él para absorber su calor natural.

Esa clase de gesto solo causaba que Alastor se derritiera, Angel había naturalizado las muestras de cariño y eso lo hacía verse adorable. Cada dulce contacto y mirada lo hacía palpitar de la emoción, porque a diferencia de Angel, Alastor no había tenido esa clase de intimidad con nadie en todo el infierno antes que él.

Se volteó para tomar el rostro de su novio, estrujó sus esponjosas mejillas entre sus manos y sonrió con travesura. No esperó una reacción, plantó un beso en sus labios y causó que bajara todas sus defensas.

Dulce.

Lo molestó un poco al acariciar sus mejillas, aunque Angel en realidad no sentía esa clase de ataque o molestía. Lo rodeó con sus cuatro brazos y lo atrajo inesperadamente hacia su cuerpo para besar sus mejillas y luego morderlo de forma cariñosa y leve.

Ambos se mantuvieron abrazados mientras los segundos seguían pasando. Los dos unidos, enfrentando el escenario romántico e invernal, sentían que tenían al mundo a sus pies. Y de esa forma, disfrutaron del calor y la gentileza del contrario. Alastor acomodó mejor sus brazos para tomar su pequeña cintura, el contrario solo suspiró contra su hombro, cerró sus ojos y se aferró más fuerte.

Le gustaba pensar que en esa clase de momentos, no existía nadie mas que ellos dos en todo el infierno.

¿Te gusta este lugar?

El ciervo se alejó un poco, capturó su mejilla con una sola mano y lo miró a los ojos con esos pequeños destellos rojos que siempre revoloteaban en sus globos oculares debido a la eterna interferencia de su mente. La araña se le quedó mirando con sus grandes ojos perlados, parpadeó y comenzó a sonreír poco a poco. A veces le costaba concentrarse cuando admiraba tanta belleza junta. Y Alastor era sin duda el demonio más encantador y hermoso que había conocido.

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