RadioDustWeek Holiday Mashup

Día 7: Baile de invierno

Permaneció sentado de brazos cruzados en una banca lejana, admirando con mala cara a la multitud que bailaba a su alrededor. Hombres y mujeres que se mezclaban, demonios pecadores y también cierto tipo de realeza. El sonido de los violines acompañó el baile que se centraba en medio del salón, las parejas estaban bailando al compás de la melodía clásica y todos parecían disfrutar del festejo invernal. Los vestidos eran largos y acogedores y los trajes eran de alta gama y sofisticados, justamente arreglados para el clima de bajas temperaturas del invierno.

Pero Angel arrugó su rostro por el disgusto y posó sus mejillas entre sus manos en señal de aburrimiento, mientras observaba el baile y colocaba sus codos contra sus rodillas.

"No va a venir."

Sus pensamientos se perdieron en la multitud. Se sentía rabioso del enojo, estaba seguro de que mataría a cualquiera que se le acercara con cualquier tipo de intención extraña. Angel se dejó llevar por la ira del momento, se enderezó y sacó su celular de su ajustado pecho de pelusa. Decidió apagar el aparato y volver a guardarlo. Estaba a punto de estamparlo contra el piso y destruirlo para siempre, pero no quería armar un alboroto en la fiesta de gala.

Frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras apretaba con mucha fuerza su piel y enterraba sus uñas. Comenzó a temblar de la rabia, mientras unas traicioneras lágrimas de frustración se acumulaban en sus ojos bicolor. Maldijo a cada pareja feliz de ese baile, maldijo a todas las personas que se le cruzaron por la mente y se maldijo a si mismo por haber quedado como imbécil una vez más.

Cerró sus ojos y cuando derramó las lágrimas, las secó bruscamente con sus nudillos y trató de recomponerse a la fuerza. Estaba enojado consigo mismo por tener esa reacción, por sentirse herido y usado y por haber confiado ciegamente en alguien que no lo valía. Angel Dust no lloraba por nadie y no dejaba que lo vieran llorar, por eso estaba secando cada lágrima de forma descuidada. Pero sentir ese nudo en la garganta fue inevitable, porque siempre sucedía lo mismo.

Nunca nadie lo tomaba en serio.

—¿Me concedes esta pieza?

La araña se quedó unos segundos en silencio, luego alzó la mirada y se encontró con Alastor. El ciervo se veía bien, lucía elegante y masculino con aquel traje de tonalidades negras y moradas. La etiqueta siempre le sentaba bien fuera cual fuera la ocasión de su vestimenta formal. Le extendió la mano a Angel, le sonrió casualmente y quiso invitarlo al centro de la pista ya que se veía bastante solo en un rincón observando a todos los demás sin hacer nada.

Sin embargo, Angel le desvió la mirada con cara de pocos amigos y trató de refregarse los ojos con insistencia para que no notara que había estado llorando como una adolescente cuando su primer novio le cortaba. Clavó su mirada a un lado y mantuvo su ceño fruncido y su expresión herida y hostil en su lugar.

—No estoy de humor para tu mierda, Alastor.

El hombre radio ladeó su rostro con curiosidad, como si se tratara de un cachorro confundido. No era la primera vez que veía que rompían el corazón de Angel, pero si era extraño contemplar una reacción auténticamente dolida en él. Siempre fingía que todo estaba bien y hacia chistes al respecto. Al parecer, esa había sido la gota que derramó el vaso.

—¿No es una buena noche?

—Es la peor. Sin duda.

La araña no se atrevió a mirarlo a los ojos. Su rostro agotado y repleto de ira tal vez lo decía todo. Todo había salido mal y no había forma de que la noche saliera a flote.

Se vistió con sus mejores atuendos, utilizó su mejor vestido de encajes y relució colores pasteles en la extensión de su prenda que lucía elegante, fresca y femenina. Sus pequeños hombros se veían esplendorosos entre los breteles del vestido y su diminuta cintura se veía perfecta y sexy al ser apretada por el corset rosado que tanto le costó conseguir. Se perfumó con sus esencias más caras, se maquilló como siempre amaba hacerlo. Hizo todo eso para presentarse a ese baile, todo para ser plantado luego de haber tenido sexo con el sujeto.