1. Praecepta ludum

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Parte 1

La calma gobernaba, la oscuridad y el silencio eran los fieles escuderos de la reina. Solo los firmes y estratégicos sonidos de un teclado y un mouse y el constante avance del segundero sobre el reloj, tenían carta blanca en el reino.

Una única fuente de luz iluminaban el rostro del único ciudadano, una pantalla. El ciudadano no miraba otra cosa que no sea la pantalla, el sonido de algún automóvil o el ladrido de un solitario perro vendrían eventualmente, pero serían fríamente ignorado por el ciudadano. La calma miraba tranquilamente a su único súbdito, anonadada por como fervientemente el ciudadano aportaba a su reino.

Unos cascos tapaban los oídos como escudos impenetrables y señal de la impertubabilidad del ciudadano.

August, se llamaba el ciudadano y el reino era su habitación.

"Horno de la Llama Original", se podía leer en su pantalla, luego de más de 70 horas de juego, August finalmente llegaba a la zona final del juego. Las manos de August le temblaban de emoción, todas las penurias que había pasado, las muertes, los embrollos y los terribles jefes que había matado, todas esas cosas eran para prepararle para ese momento. Él se detuvo por un momento y recordó cada una de ellas, luego miró el reloj de su celular, 23:45.

"Ok, vamos por todo y terminemos con esto", pensó mientras se frotaba sus cansinos ojos. Y avanzó hacia la zona.

Al encontrarse con el primer enemigo al principio dudó, pero luego recordó sus movimientos y a pesar de haber recibido uno o dos golpes que bajó su barra de vida a un poco más de la mitad, pudo vencerlo. Tomó un frasco de estus, se tranquilizó y prosiguió. Para con el resto de enemigos fueron casi las misma estrategias variando dependiendo el tipo de armas que tenían, al final todo los enemigos eran Caballeros Negros.

Finalmente, August estaba frente a la niebla del último jefe final del juego.

"Veamos, que podemos hacer", pensó, "En este primer intento podemos ver todos sus movimientos y morir para luego acabarlo en el siguiente intento", esa era la que generalmente aplicaba con los jefes, pero August no tenía idea con lo que se iba a encontrar.

Miro hacia su izquierda, más abajo estaba la señal de invocación de Solaire.

"Valió la pena juntar las 30 humanidades", August sabía que la señal de Solaire presente en esa zona significaba que al final su fiel compañero de luchas también había logrado llegar hasta el final.

"En el siguiente intento te invocaré", dijo para si mientras atravesaba la niebla.

Realmente no era lo que él esperaba para un jefe final, pero tampoco le disgustó. Gwyn, o lo que queda de él, estaba en el centro del horno junto a la hoguera. La majestuosidad que una vez tuvo, el poder que una vez irradiaba y la fuerza de una poderosa alma ya no estaba en él y la música no transmitía más que soledad y tristeza. Finalmente Gwyn había sucumbido a su verdadera naturaleza, el dios Gwyn ya no estaba, solo era una carcasa y August tenía que ser su verdugo.

Los movimientos de Gwyn no eran la gran cosa, pero bajaba mucho la barra de vida. Por fortuna August se dio cuenta de la principal debilidad del jefe, el parry. Con el escudo emblema de dragón y la alabarda de Caballero negro como arma, rápidamente bajó la barra de vida de Gwyn, entonces, inevitablemente August venció a Gwyn.

"Alma Gwyn, Señor Ceniza", se podía leer en la pantalla y una gran cantidad de almas se habían sumado.

"UHAAAAAA", casi gritó, pero luego recordó que ya todo estaban dormidos. La alegría inundó su corazón, pues finalmente había pasado el juego, solo quedaba decidir el final. August se acomodó en su silla, miró su reloj, 23:50 y se puso a pensar.

Dark Souls X OverlordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora