Capítulo 3

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Sé que mi esfuerzo es inútil, pero sigo golpeando el módem. He reiniciado la estúpida cosa cuatro veces y nada ha hecho que funcione. La otra opción era golpearlo, pero parece que no ha funcionado tampoco. Miro por la ventana y veo que la nieve cae un poco más fuerte, pero no lo suficiente para pensar que provocaría problemas con el internet.―Maldición. ―Golpeo el módem de nuevo mientras rezo una pequeña oración. Todas las luces del aparato se apagan. Muertas. Como mi contrato con «All for You». El pensamiento hace que mi estómago se ponga ácido. No más Jimmy. Tal vez no me despida, tal vez sí. Me dijo que quería esto para hoy. Miro el reloj y veo que ya son las cinco de la tarde. Víspera de Navidad. Todo está cerrado. No hay forma de que pueda empacar e ir a un café para usar su Wifi y enviar el archivo.Mis opciones se están acabando. No, no se están acabando. No tengo ninguna. Cero. Estoy jodida. Tal vez pueda llamarlo, explicarle y hacerle entender. Decido darle la oportunidad y lo llamo. Es algo que jamás he hecho porque siempre es él quien me llama. El teléfono timbra seis veces antes de irse a correo de voz y me pregunto qué está haciendo. Pongo los ojos en blanco pensando que no es mi problema. Probablemente está sentado junto al fuego con su familia o su novia, comiendo galletas y teniendo una oh-tan-perfecta Navidad. Estoy segura que es como una de esas novelas románticas cursis que he narrado antes.Dejándome caer en el sofá, comienzo a llorar la pérdida del mejor contrato que alguna vez he tenido. A la mie.rda. No es por perder el trabajo que estoy triste, es él. Parece tener un efecto extraño sobre mí. ¿Cómo me ha sucedido con alguien que no conozco? Alguien que jamás comparte nada personal, incluso cuando he intentado sacárselo. Algunas veces siento que está en la punta de su lengua, pero simplemente jamás sale.Cuando mi teléfono suena, salto del sofá y rápidamente lo contesto sin ver quién es.

―¿Jimmy? ―digo al teléfono, odiando que mi voz salga sin aliento como si hubiera corrido un kilómetro.

―¿Quién es Jimmy? ―grita mi mamá, y caigo de nuevo en el sofá.

―Nadie, mamá. ―La mentira sale fácilmente. No quiero contarle sobre una relación imaginaria con un hombre, que además, es mi jefe. Me preguntaría cómo se ve, qué tan seguido nos vemos, y seguiría y seguiría. Preguntaría cosas que no puedo responder, y luego comenzaría con que debería ser más sociable y que tal vez debería ir a hablar con un loquero para ver qué pasa conmigo.

Nada me pasa. Solo soy una persona hogareña. Todavía no he encontrado a una persona que quiera ser hogareña conmigo. Y el futuro tampoco se ve genial para encontrar una. No cuando estoy soñando despierta con un hombre que jamás he visto.

―No suena como nadie ―dice molestándome de nuevo, pero lo hace con buena intención. Tal vez no congenie con mamá y papá, pero ellos me aman.

―Solo es un cliente. Estoy trabajando en un proyecto de último minuto y necesito hablar con él, pero no puedo contactarlo.Le doy un poco de información honesta para que termine con las preguntas y podamos cambiar de tema. Me estiro por una de las galletas que he puesto sobre la mesa de centro y le doy un mordisco. El azúcar no hace que me sienta mejor. Para eso necesitaría un pastel.

―Probablemente está con su familia, como deberías hacer tú. ¿Este proyecto es la razón por la que decidiste no estar con nosotros? Apuesto a que tomaste el trabajo solo para no venir esta Navidad. ―El resoplido que oigo es algo a lo que estoy muy acostumbrada, pero funciona mejor con mi padre.


―No fui invitada. ―No menciono que ni siquiera sé dónde están ahora mismo. Desde que me mudé, mi mamá dejó las grandes fiestas y empezó a celebrar la Navidad en hoteles de lujo en lugares al azar.


―Siempre estás invitada. ―El dolor en su voz me hace sentir culpable. Sé que siempre me invitan, pero me dolía no haber recibido una llamada o algo―. ¿No recibiste mi tarjeta?


―Eeh... ―exclamo confundida. Dejo la galleta en el plato y voy a la puerta principal. Tengo una canasta en la mesa donde siempre dejo el correo. Busco en la pila mientras mi mamá me dice lo que están haciendo y cómo desearía que estuviera ahí.

Nunca reviso esa canasta a menos que esté muy llena. La mayor parte es basura de todos modos. Todas mis facturas se pagan en línea. ¿Quién necesita correo? Si no viene en una caja de Amazon no me interesa y se va a la canasta. La reviso una vez al mes cuando comienza a desbordarse y a regarse por la mesa, entonces no me queda otra opción.Excavando, busco las tarjetas y saco un total de tres. Triste. Mi madre continúa hablando sobre París. La mayoría de las personas reciben toneladas de tarjetas que ponen sobre las chimeneas o en sus refrigeradores. La primera tarjeta es de mi dentista, pero la segunda me detiene en seco. Su nombre está escrito a mano en la esquina superior izquierda. No es una estúpida estampilla o una etiqueta impresa. Jimmy Garoppolo.Incluso su escritura es sexy y masculina, me hace sentir caliente por todas partes.

―Mamá, tengo que irme. Feliz Navidad. Te amo ―la interrumpo rudamente mientras está nombrando una lista de las personas que verán mañana. No tengo idea de quiénes son de todos modos, y tengo asuntos más urgentes entre manos.

Abro la tarjeta, con cuidado de no romper mucho el sobre, lo quiero conservar tan perfecto como sea posible. El frente de la tarjeta muestra un bonito escenario nevado: una cabaña sencilla con nieve cayendo alrededor. Sobre la perfecta imagen de invierno está un «Feliz Navidad» con una escritura rústica.Impreso a un lado hay un simple «Que todos tus deseos de Navidad se hagan realidad». Pero debajo, escrito en su distintiva caligrafía, hay algo que me llama la atención."Para la voz más dulce que conozco.XOXOJimmy."Mi corazón comienza a latir por las simples palabras, y dibujo el xoxo con los dedos. Tal vez solo estaba siendo amable, pero, ¿es normal decirle a una mujer que es la voz más dulce que conoce?, ¿añadir besos y abrazos?, ¿o estaba coqueteando conmigo? ¿O una vez más estoy yendo demasiado lejos? Por supuesto había hecho un comentario de mi voz. Pero eso es lo que hago para él, de todos modos. Tal vez hizo cartas para todos en el trabajo, como la estúpida tarjeta que recibí del dentista. Por todo lo que sé, tiene una secretaria que las hace y él solo las firma.Girando el sobre, veo una dirección que no cuadra con las instalaciones de su compañía. Lo sé porque está estampada en los contratos que firmo con cada nuevo libro que tomo. Es extraño, porque está muy cerca de mí. Esta dirección está a solo tres horas de mi casa. Conozco el pueblo y he estado ahí un par de veces. Recuerdo que es pequeño y pintoresco cuando fui a buscar antigüedades una tarde.Hago un juicio rápido. La tarjeta dice «Que todos tus deseos Navideños se hagan realidad», y este año mi sueño es no perder a Jimmy. Incluso si eso significa mantenerme firmemente en el rol de su empleada. Lo aceptaré. Voy a hacer lo que tengo que hacer, iré a su casa. Cargo los archivos de audio en un USB decido llevárselos. Entonces tendrá su trabajo, y sabré sin una sombra de duda que no seré despedida.Sé que parece loco, pero el pensamiento de perder las llamadas diarias de Jimmy es devastador. Es algo que no estoy lista para soltar, incluso si mi obsesión se ha vuelto un poco dañina. Mirando por la ventana, veo que la nieve ha aumentado un poco más. Para el momento en que llegue ahí, será muy tarde. Debería empacar una maleta y quedarme en un hotel de la zona o algo. Si la nieve sigue cayendo así, es probable que no sea seguro conducir de regreso en la noche.Me apresuro a mi cuarto y empaco una maleta rápidamente, deteniéndome en el espejo para mirarme. Voy a verlo. De verdad voy a estar cara a cara con él. Me peino el cabello, sabiendo que no hay mucho que pueda hacer. Estoy usando leggins y un estúpido suéter Navideño que abraza mi cuerpo y me queda más ajustado que hace unos años. Está adornado con luces parpadeantes que se pueden encender.«No importa», me digo tomando mi bolsa. Me pongo unas botas, un abrigo grueso y un gorro de lana. Agarró la memoria USB y mi portátil y los guardo en la maleta. Camino a mi Jeep y programo la dirección en el navegador. Aprieto el botón del garaje, salgo a la entrada y me siento a esperar que se cierre.Después de una hora conduciendo, mi mente comienza a tomar el control. ¿Qué sucederá cuando llegue? ¿Se enojará si interrumpo su Navidad? ¿O estará feliz de recibir los archivos que necesita y tal vez me invite a pasar? Pero cuando me lo imagino pasando la Navidad con una mujer, es hora de enfocar mi mente en otra cosa.Agarrando el teléfono, abro mi aplicación de Audio y entro a mis libros descargados. Selecciono uno de los que grabé para Jimmy. Compré el audiolibro cuando salió el otro día. Quiero escuchar la historia y alejar mi mente de las cosas.Pero cuando escucho las primeras palabras, lo que llena mis oídos hace que mi estómago se haga nudos....

All I Want For Christmas Is You - Jimmy Garoppolo y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora