Capítulo 1: Guerra

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Malory

Cuando venimos al mundo nos empapamos de este, cada aroma, sonido, nos maravilla, pero, desde que nací solo he podido presenciar dolor, la angustia está presente en cada ser y todos desarrollaron a fuerza el sentimiento de supervivencia.

He visto sangre, la sangre ha manchado esta tierra y solo nos ha dejado desesperación y la necesidad anhelante del fin de la guerra. Muchas personas solo conocen la guerra y el deseo de que en algún momento dejemos de sufrir al igual que yo, nos estamos ahogando en esta agonía y la esperanza solo ha sabido dejarnos sin alas y sin esa capacidad de ambicionar que todo acabe ya que esta es nuestra realidad.

Hemos olvidado cuál fue el detonante de toda esta masacre y desesperación, solo sabemos que debemos defendernos de aquellos que son nuestros hermanos, de los licántropos, tenía el pensamiento a la edad de quince años, la idea de que ellos no nos lastimarían, todavía era una chica crédula que pensaba que ellos no levantarían armas ante un pueblo desarmado que tenía como objetivo salvar las vidas de aquellos que se encontraban heridos, incluso si íbamos a salvar a esas personas que eran licántropos, ellos solo conocían el lenguaje de las armas y del odio.

A la edad de quince comencé atender a los heridos de guerra, ver tanta desesperación en los ojos de un chico de diez años me derrumbo, ya que el se encontraba en el lugar equivocado, en el momento equivocado y eso conllevo a que llegara sin una parte de su cráneo con varias balas en su cuerpo que impedían que curara sus heridas, el chico fue encontrado demasiado tarde y solo quedaba verlo morir.

Él era un niño, y estaba agonizando de una forma cruel, después de ese niño otros más le siguieron.

A la edad de quince me di cuenta de lo cruel que es la guerra, supe de lo que eran capaces las personas por llevar a cabo sus ideales errados. A los dieciochos me convertí en enfermera titular y era llevada al campo de batalla en busca de algún sobreviviente, ese año nos atacaron en nuestra manada, varios vampiros murieron incluyendo a mi madre. Cuando la unión de sangre de un vampiro muere, el otro al poco tiempo le sigue, creo que para ese tiempo ya me encontraba inhumanizada y la resignación se había albergado en mi corazón al saber que perdería a mis padres, la noche que mi madre murió no pude despedirme, temía el derrumbarme y no poder sobreponerme nunca a ello, me conocía y sabía que no podría verla marchar, esa noche mientras mi padre se despedía de mi madre y hacia todo los arreglos para cremarla, yo me encontraba en un cuartucho lleno de gritos y lamentos de personas inocentes que se habían negado a pelear y a unirse a un régimen con la necesidad de gobernar sobre otros. ¡La guerra es cruel! esas palabras no abandonaba mi cabeza, esa noche cuidaba de un joven que no paraba de llorar y de decir lo asustado que se sentía, lo único que pude hacer por él fue apretar mis dientes y no llorar, él moriría, eso él y yo lo sabíamos. ¡Que cruel es la guerra!.

Mi alma cada tanto se iba enfriando, convirtiendo en un ser tan frío con una gran temple con una enorme falta de empatía, siendo educada con gran rigor. Me había convertido en una pequeña muñeca sin alma.

Mi padre con la pérdida de mi mamá, comenzó a sobreprotegerme, convirtiéndome en un accesorio en nuestro hogar, todos en nuestra manada tenía el deber de proteger y ayudar a los demás, tenemos brigadas para ayudar a los heridos de guerra, sin embargo poco a poco fui siendo excluida de esa tarea. Nuestro pueblo agonizaba y a pesar de la fermosura del lugar en el que habitamos, carecíamos de alegría, la mayoría éramos pura sangre con un enorme poder de sanación, sin embargo con el paso del tiempo nuestra ciudad comenzó albergar a distintas especies.

Cualquiera que mirara nuestra ciudad conocería el verdadero significado de "grandeza" esta se encontraba construida sobre una piedra blanca y de gran tamaño, parecía que no había cabida para la mancha o el desorden en la ciudad, al salir de las paredes de esta, la tierra era blanca, hasta convertirse en aquel verdor que adornaba hasta sus límites, pero nuestro pueblo estaba empobrecido y paulatinamente dejamos de ser conscientes de las bellezas que nos rodeaban, habían cosas más importantes, siempre existían cosas más importantes.

Los de la ciudad blanca eran conocidos como sanadores, los vampiros pura sangre ante los ojos de los humanos eran considerados deidades y estos son los que lideran los grupos sanación en las guerras, cada día morían varios de los nuestros y otros desertaban al mundo de los humanos en busca de salvación, nos quedamos sin recurso y a las expensas de cualquiera que deseara aniquilarnos.

¡Me encontraba tan cansada de mi existencia!.

El corazón es complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora