Parte Capítulo 2: Encuentro desafortunado

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Las personas estaban muriendo, nuestro pueblo moría de hambre y habían continuos enfrentamientos y yo siendo parte del cuerpo médico me encontraba encerrada en mi habitación por orden de mi padre, entendía su miedo, el cuerpo médico es el primero en ser atacado, pero no podía quedarme en la sombra y permitir que mis hermanos murieran, simplemente no puedo.

Así que luego de que el equipo médico se marchara a realizar su labor, decidí escabullirme hacia la zona de reservas, eso fue sencillo, tome todo el equipo que necesitaba y salí de los límites de la ciudad blanca, lo que estaba haciendo estaba mal, había roto varias reglas, pero algo me llamaba y me decía que ese no era el lugar en el que debía estar.

Creí que darle alcance al grupo medico seria sencillo, pero pronto me encontré desorientada y me fue imposible encontrarlos, deambule durante horas hasta que subí la cuesta de una pequeña montaña cuando el terror me invadió.

Ante mí se encontraba lo que era el campo de batalla, miles de cuerpos se encontraban apilados en el suelo fangoso, algunos cuerpos habían sido incinerados y otros se encontraban mutilados, el hedor era inaguantable, y sin darme cuenta en algún momento mi cuerpo se movió y bajó la cuesta de esa montaña, comencé a buscar algún sobreviviente, nade entre los miles de cuerpo y de pronto encontré el cuerpo de una chica que formaba parte del equipo médico de la ciudad Blanca, la conocía, no encontré a nadie con vida en ese lugar, esa fue una matanza.

Debía salir de ahí, intente volver a subir la cuesta pero sentía que era arrastrada al fango, arañe y pataleé hasta que logre salir de ese valle algo desorientada, me introduje en el bosque y corrí lo mas rápido que pude tratando de sacar las imágenes de ese valle de mi cabeza, cuando pare mi cuerpo se doblo y comencé a vomitar, me desplome y entendí que ya no podía seguir haciendo esto, estaba cansada de tanto dolor y sufrimiento, no soportaba el ver a mi gente morir, ¡ya no más! seguí andando hasta que encontré un arroyo, me incline y observe mi reflejo, me encontraba llena de sangre, el hedor de aquel lugar aun podía olerlo y me trastornaba, metí las manos al agua e intente limpiarme, me sentía sucia, cuando la tarea me resultó imposible me metí al arroyo, el fango comenzaba a salir del vestido y la sangre se limpiaba de mis manos y cabellos, cuando de pronto escuche un quejido y lo vi.

Del otro lado junto a la orilla del arroyo se encontraba un cuerpo y sobre uno de los árboles estaba amarrado un caballo, con rapidez me acerque y lo observé más de cerca, era un hombre grande, muy grande, todo él se encontraba lleno de lodo y no se podía distinguir muy bien su rostro o especie, la mitad de su cuerpo estaba sobre el agua, debía ayudarlo y ver sus heridas.

Tome sus pies y lo arrastre aun más adentro del arroyo, con sumo cuidado comencé a limpiar su rostro, torso y ropas y la sorpresa me invadió, el se encontraba lleno de heridas, en la extensión de su pecho se encontraba un corte grande y profundo, en su espalda tenía otro corte, seguí buscando en su abdomen y el de pronto abrió los ojos asustándome.

Quejidos bajos salían de sus labios y sus ojos me miraban de forma profunda, luego se desvaneció, mientras limpiaba su rostro fui notando la diferencia entre ambos, su barba de un color amarillento, en realidad parecía naranja en ciertas partes al igual que su cabello, en la ciudad blanca los hombres se caracterizan por ser pulcros, incluso aquellos que eran de otras especies, pero él emitía un aura salvaje, su cabello era largo y su piel algo acanelada en comparación con la mía, incluso sus cejas eran del mismo color que su barba, él en definitiva era alguien extraño que despertaba cierta curiosidad en mi.

Al limpiarlo un poco más, noté como perdía mucha sangre además de que no percibía su aroma, tal vez era humano, lo saque del arroyo después de varios intentos fallidos y fui por el equipo médico que había dejado en el otro extremo.

El corazón es complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora