Erupción

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We're louder than your love
A stray atomic bomb
We're the engines giving out and we're the kids that scream our hearts out

Louder Than Your Love, Andy Black

***

Son las siete con cuarenta y cuatro minutos cuando lo dice y a Eijiro le arde el pecho. Están en la cocina, limpiando trastes y Mina es la que saca el tema. Nadie nunca habla de almas gemelas. Son raras. Cosas de novelas. Nunca, hasta entonces, lo habían discutido tan abiertamente. Ese era un tema que se hablaba tras puertas cerradas o que sus maestros abordaban tan sólo al llegar al tercer año, para que supieran lo que podría pasar.

«Podría», porque le ocurría apenas al diez por ciento de la población. Aizawa mismo lo había dicho.

«Si dos personas en este grupo acaban teniendo una marca que les revele su alma gemela, será demasiado». No había dicho nada más del tema: en vez de eso había reclutado a Midnight para que les diera la plática obligatoria.

Ese día, poco después de que comienza el año escolar, Mina es quien saca el tema.

—¿Creen que alguien aquí...? —empieza. Parece no saber a dónde quiere llegar—. ¿Creen que alguien tenga una marca?

Kaminari se atraganta con su propia saliva. Sero no dice nada, pero se pone rojo y Eijiro no entiende por qué.

¿Eijiro?

Él hace una cosa indescriptible que no entiende hasta que son las siete con cuarenta y cinco minutos, cuando ya es demasiado tarde y hay unas palabras clavándose en su corazón.

Alza la vista y ve a Bakugo, que está concentrado, secando los trastes.

Son las siete con cuarenta y cuatro, todavía.

Bakugo bufa, abre la boca y lo dice:

—¿Almas gemelas? Eso es una tontería. ¿Por qué alguien querría un alma gemela? Sólo traen complicaciones.

Esa frase es completamente Bakugo, así que nadie comenta. Eijiro es incapaz de bajar la mirada, a pesar de que Bakugo nunca sube la suya, no se preocupa por ver la reacción a sus palabras. No lo hace, no tiene filtro. Ninguna clase de filtro.

Cuando las palabras se le clavan en el corazón y quizá un poco en los pulmones, porque le cuesta respirar un momento, Eijiro entiende por qué lo primero que hizo fue buscar a Bakugo con la mirada. El reloj ya ha dado las siete con cuarenta y cinco.

Mina bufa y eso lo distrae un poco.

—¡Hombres tenían que ser! ¡Por supuesto que ustedes no hablan de romance! ¡Idiotas, es lo que son!

Kaminari le discute. Sero se ríe. Bakugo bufa, otra vez. Eijiro no reacciona, sólo traga saliva. Le duele saber que Bakugo considera que las almas gemelas sólo traen complicaciones.

Eso es una complicación.

***

No es ninguna sorpresa cuando no puede concentrarse en la tarea más tarde. Además nada tiene sentido con los problemas de probabilidades. Apenas si puede entender la distribución normal y la campana de Gauss. Deja caer la cabeza contra el cuaderno, rendido y después ve el reloj. Podría esperar a la mañana siguiente. Esa tarea no se entrega hasta el martes siguiente. Pero no puede atrasarse. Así que agarra el libro, el cuaderno, el lápiz y la goma y se arrastra hasta el cuarto que está al lado del suyo.

Bakugo todavía tiene la luz prendida. Genial.

Tiene suerte.

Llama a la puerta.

Erupción [Kiribaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora