Castigada. Otra vez, Emma había sido castigada. Ella no entendía por qué, pues para ella las razones de sus castigos eran estúpidas. Pero claro, era una adolescente.
Enojada, entró a su habitación y cerró la puerta con llave. Una de las cosas que Emma siempre hacía cuando la castigaban era desquitarse con sus cosas. Lo lograba básicamente destruyendo su habitación.
Los cojines y almohadas de su cama, la silla de su escritorio y todo lo quedaba sobre este terminó tirado en el suelo.
"Después ordeno" pensó al ver el desastre que acababa de crear.
Otra de las cosas que hacía cuando se enojaba, o la castigaban, o pensaba en cosas de su vida, era desahogarse.
Se acercó a la mesa de noche al lado de su cama y del cajón sacó el pequeño cuchillo que traen los sacapuntas. Se quitó todas las pulseras que tenía en la muñeca izquierda para esconder las marcas y suavemente posó el cuchillo en la zona indicada.
Un ruido hizo que no continuara con su acto. Algo había golpeado la ventana.
Lentamente se levantó y caminó hacia esta.
El mismo ruido se presentó por segunda vez, y en esta ocasión, pudo ver como el pequeño objeto chocaba contra el vidrio.
En cuanto estuvo frente a la ventana, la abrió y miró hacia abajo. Ahí pudo ver a un chico de rulos, ojos verdes y brillantes y piel tatuada.
— ¡Hey! — le gritó ella algo molesta — ¿Por qué tiras piedras a mi ventana?
— No son piedras — le respondió el con una sonrisa —, son estas cosas que caen del árbol. Una piedra podría romper el vidrio.
Una rama se acercaba a ella en donde pudo ver algunos de los frutos del árbol.
— Como sea — dijo Emma —. ¿Por qué lo haces?
— Bueno — empezó él —, iba caminando a mi casa y oí ruidos fuertes provenientes de tu habitación, me preocupé.
— Bien, extraño... — dijo Emma resaltando esa palabra.
— Harry — le dijo interrumpiéndola —. Me llamo Harry.
— Emma — informó ella —. Como decía, no te preocupes. Estoy bien.
— ¿Segura?
Con esas palabras, algo pasó en el corazón de Emma. Nunca alguien se había preocupado tanto por ella. Sus padres, probablemente, pero ella no piensa eso.
— Sí — le dijo ya más calmada —. Segura.
En ese momento, una ola de viento jugó con el cabello de la chica, haciendo que gran parte quedara fuera de la ventana.
— ¡Oh Dios! — dijo Harry impresionado — ¡Tu cabello es muy largo!
— Lo sé — dijo ella riendo —. No me gustan los peluqueros.
— Eres como Rapunzel. Podría subir a tu habitación escalando.
Emma rió.
— Esa siempre fue mi favorita.
Ambos chicos se miraban sonriendo cuando otra ola de viento paso entre ellos.
— Hace frío — comentó Harry abrazándose a sí mismo.
— Espera ahí — le dijo Emma y se dirigió a su armario. De ahí tomó el polerón más grande que tenía —. Atrapa esto.
Arrojó la prenda por la ventana y Harry la agarró.
— Gracias.
Este chico le parecía lindo a Emma, lo que la espantó, ya que ella no sentía cosas así desde hace mucho tiempo.
— Bien — dijo algo nerviosa mientras Harry se colocaba el polerón —. Buenas noches, Harry.
— Buenas noches, Emma — le respondió él con una sonrisa.
Emma se volteó.
— Espera, Emma — la llamó Harry y nervioso le preguntó —. ¿Me das tu número?
Encantada, Emma se lo dio. Este chico ya había ocupado una parte de su corazón.
Cuando Harry se fue, Emma empezó a ordenar su habitación. Organizó los cojines y almohadas, levantó la silla y puso todo en su lugar.
Después miró el cuchillo, ¿por qué hacía eso? Hay muchas cosas en la vida que te hacen feliz. También muchas cosas malas, pero Harry era algo más.
Guardó el cuchillo.
En cuanto a los hechos que ocurrieron después... bueno, se podría decir que vivieron felices para siempre.
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Rapunzel (Harry Styles One Shoot)
RandomUna chica encerrada en su habitación. Ojos verdes, cabello rubio y muy largo. Una corta historia de amor para pasar el rato.