Capítulo Unico.

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Ah..— Se quedo viendo directamente la pared por un momento.

¿Qué pasa?.— Su sonrisa era hermosa, algo extraña, pero bonita a fin de cuentas.

Eso.., la pared, ¿Puedes verlo?.— Señalaba la lisa pared frente a él.

¿Pared? ¿De que pared hablas? Solo veo un gran lienzo, ¿No lo crees?.— Sus pupilas se dilataron, haciendo a el otro incomodar.

No, es solo una pared.— Su hermosa sonrisa no desaparecía.

No lo entiendes, nada es solo algo. Siempre es algo MÁS de lo que puedes ver.

Coloco sus manos una a un lado de la otra, de la nada salió un pincel.

—¿Como…?, ¿Como hiciste eso?.

No es como lo hice, es que lo hice. Tu también puedes hacerlo, HAZLO.— Sonrisa.

Tomo bruscamente sus manos y las posicionó como él lo habia hecho antes.

De la nada aparecio un pincel.

—¿Ves? Tu tambien podías hacerlo.— Retiro sus manos. Su sonrisa creció, de los extremos de su boca salia pintura verde.

Si..— Tomo el pincel, ¿Para que lo necesitaría? No es como si le gustará pintar, de todos modos.

Ven, ¡Pintemos! ¿No te emociona la idea?.— Cada vez salia mas pintura verde de las comisuras de sus labios.

No.— Se quedo en silencio por un momento, mirándolo a los ojos.

¡BIEN! ¿Que quieres pintar?.

No quiero pintar, dejame seguir oyendo la radio en paz.— Una radio flotaba frente a él.

—¡Genial! Entonces pintemos una flor.—

¿Flor? ¿Por que una flor? Las flores son asquerosas.— Los extremos de sus comisuras sacaban un liquido amarillo algo espeso.

—¡A mi tambien me encantan las flores! Por eso vamos a pintar una.

Tomo el pincel, lo sumergio en la sustancia amarilla.

—¿Amarillo? Las flores no son amarillas, son azules.— Miro a sus zapatos de color marron, sin duda esa persona era extraña.

—¡Te equivocas! Las flores tienen muchos colores, asi como la sangre. ¡Todo es tan diverso y divertido!.— el liquido amarillo espeso de su boca ahora era multicolor.

—No, la sangre es roja, no tiene sentido lo que dices.— Tiro el pincel al suelo, no iba a pintar.

Luego de unos minutos de silencio, el pincel nuevamente apareció en sus manos.

—Pintemos.— Su sonrisa era algo perturbadora.

—...— se acerco a la pared y miro el pincel que se encontraba en su mano derecha.

¿Una flor..? ¿Como son las flores?.— Era logico que preguntara eso, ¿Como iba a pintar con lo que no sabia tratar?.

—Las flores tienen petalos. Petalos que se arrancan.

Oh...— Su pincel ya estaba manchado con pintura.

Tenia miedo de pintar, pero debía, lo estaba mirando.

Pintar.

Pintar.

Pintar.

Pintar.

Pintar.

¿Cuantas veces debia de pintar? El ser de sonrisa no le decía cuando detenerse.

Ya esta..., ya no QUIERO pintar flores.— Miro incomodo a la pared.

—¡Pintemos otra cosa!.— De la nada todas las flores que habia pintado con tanto esmero habian desaparecido de la pared blanca.

¿Como se ve el perdón?.— Pregunto primero él esta vez.

El perdón no tiene una forma, el perdón no existe, es solo una mentira.— Lo miro mientras se acercaba a pasos lentos.

¿Y la mentira?.— Retrocedió un poco.

—¡La mentira se ve como un puño! Un puño rojo.— Se detuvo, parecía satisfecho con la pregunta.— ¡Pintemos una mentira!.

No me gustan las mentiras, tampoco los puños, no quiero hacerlo.

—¡Eso es genial! Ahora, ¿De donde crees que sale la pintura roja?.

—Eso es obvio, de un bote de pintura roja.— Respondió con obviedad.

¡Realmente no es así! La pintura roja sale de el curpo de la victima muerta.— De la nada salio un bote de pintura roja.

—Hmp.., supongo que tienes razón.— Abrió con cuidado el bote, para luego sumergir el pincel.

—Deberias de tener cuidado, demasiada pintura roja podria hacer a los demas sospechar.

Pero no hay nadie aqui, ¿Quien sospecharía?.

Los dos se giraron al mismo tiempo para mirar detrás suyo, habian varias personas mirandolos directamente.

—¡Tienes razón!.

Se dirigió a la pared nuevamente, no estaba tan nervioso como antes, suponía que no pasaría nada, como la anterior vez.

Y así fue, pinto alrededor de cinco puños rojos, nada ocurrió.

Listo…

—¿Y ahora? ¿Que quieres hacer?.— Su sonrisa nunca se desvaneció.

—¿Yo..? Pues, ya no quiero pintar. Quiero oír la radio.— La misma radio de antes apareció frente a ellos.

¡Esta bien! ¡Escuchemos la radio!.

Ambos se sentaron en el suelo, lejos de la pared. Él se encargo de prender la radio y sintonizar un canal.

Lo dejo en un canal de aire donde emitían música clásica.

¿Estas seguro de esto? ¿No prefieres pintar?.

No.., así esta bien.

Segundos que llevaron a minutos, y minutos que llevaban a horas.

—Personas te están buscando, te lo advertí.— Pese a que las palabras dichas sonaban como un regaño, él nunca pudo ver a aquella sonrisa desaparecer.

—No me importa, no vieron mis pinturas.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2020 ⏰

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