Soltó su mochila casi en el mismo lugar donde él había estado parado antes. Se arrodillo y comenzó a sacar frascos transparentes, como el que tenía Justin en la mano. Entre los vacíos, sacó dos con babosas y dos con caracoles. Genial.
– Ya te vi Justin. Sal de allí antes de que te haga cenar caracoles –amenazó la chica, con voz divertida. Diablos.
Me descubrió. Pensó el rubio. Salió despacio del arbusto y caminó hacia a ella.
– Lo siento, no están dentro de mi menú favorito.
Ella lo miró y sonrió. Luego bajó la mirada al frasco que él llevaba. Él también lo miró y se lo tendió a ella.
– Ten.
– Gracias... ¿Qué haces aquí? –interrogó colocándolo junto a los demás. Justin frotó su nuca y se removió incómodo.
– Yo-yo estaba... Buscándote.
– Oh, ¿por el streptease en la... cafetería de tu tío? –rió. No. No podía estar más avergonzado– Descuida, nadie sabrá que eres streapper.
– Muy graciosa... –buscó a las luciérnagas con la mirada, pero ya no estaban.
– Se apagan cuando oyen ruidos –explicó "leyendo su mente"– Justin, ¿qué haces aquí? Además de querer invitarme a ver tú baile.
Anda estúpido. Habla.
– Eres... misteriosa. Y sé que esto sonará muy psicópata pero, siempre estoy viéndote. Qué haces, qué dibujas. No lo sé, me interesas.
Ella solo lo miró.
– De acuerdo... Eres raro.
– Lo sé, lo siento.
– Descuida –sonrió– Al menos no piensas que vengo aquí a pasar rato con las luciérnagas porque haré un ejército de ellas.
– ¿Harás un ejército de luciérnagas? –preguntó abriendo bien grandes sus ojos. Ella rió de nuevo.
– No Justin... Me parece tierno, que te intereses en mi –él podía jurar, que aún en la oscuridad, vio que ella se había sonrojado– Conocí chicos, y... –tomó un frasco del suelo y acercó sigilosa a una luciérnaga que volaba cerca de ella. La atrapó– Ellos solo se reían de mí. Ya sabes, "la loca de las luciérnagas" –sonrió apenada.
– ¿Vienes seguido?
– Siempre que puedo. Aquí me siento bien, libre. Y acompañada de ellas –atrapó otra– Cuando tengo insomnio, vengo y me hacen compañía. No me siento tan sola.
– ¿Las encierras... allí? –señaló los frascos.
Dijo que sí.
– Y las regalo a la gente sin que sepan quien las deja. Lo hago porque cuando abren la puerta y ven el frasco, sonríen. No sé por qué pero lo hacen, y entonces las sueltan. Las dejan ser libres una vez más.
– Fue... mágico –suspiró y se arrojó a su cama. Luke sonrió negando con la cabeza
– Una noche con ella, y ya te enamoras.
– Fue más que solo una noche, Luke. Fue con ella.
– ¿Al menos te dio una luciérnaga? –Justin iba a contestar su pregunta pero el llamado de su madre desde el piso de abajo, lo interrumpió.
– ¡Baja Justin! ¡Alguien vino a verte! –gritó desde la entrada.
– Debe ser Dwight –Luke se asomó a la ventana y sonrió cuando Justin salió de la cama.
Bajó rápido las escaleras y se quedó quieto cuando llegó a la puerta.
– Hey –sonrió.
– Hey... Luke me dijo donde vivías.
– Iré a ver si ya está el pastel –avisó su madre– ¿Te quedarás a tomar una taza de café Cyra?
Ella miró a Justin esperando algún indicador de su parte. Él le dijo a su madre que ella se quedaría.
– Yo te-te traje algo –abrió su mochila y sacó un frasco transparente con luciérnagas dentro. Lo tomó y sonrió por instinto– No olvide de dártelo anoche –la miró– Quería... quería tener una excusa para verte una vez más –dijo tímida.
Justin miró el frasco y luego a ella. Sonrió aún más y tomó su mano para guiarla adentro.
– Entra, mamá prepara un café increíble.
– Solo lo tomaré si haces un baile para mí –bromeó.
– Haré lo que quieras.
La miró pícaro y cerró la puerta.
Aquí termina people! Espero que les haya gustado ☺ Muchas gracias por leer ❤
Micaela. xoxo