Un giro de 360°

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A veces las cosas no salen como te esperas.

De pequeños nos imaginamos un futuro perfecto; soñamos con ser princesas, futbolistas... Pero, a medida que vamos creciendo nos damos cuenta de que hay cosas imposibles, de que nada era como parecía, de que ni todas las chicas son rubias y delgadas como Barbie, ni todos los chicos altos, musculosos y morenos como Ken.

Aprendemos que no siempre 10 significa perfecto, que Ciencias es más que saber qué características tienen los ovíparos y que la vida no dura para siempre.

Nos pasamos nuestra infancia soñando con ser mayores, con tener una vida perfecta, mientras que cuando tenemos lo que queríamos tan solo nos lamentamos de no haber aprovechado más aquellos años los cuales etiquetamos como 'los mejores de nuestra vida'.

Volviendo al principio, jamás habría imaginado que acabaría en la otra punta del planeta, y menos obligada.

Desde que empezó la crisis mis padres no sonríen como antes, ya no tomamos el aperitivo los domingos, todo ha ido cambiando.

Aunque ellos traten de ocultarlo yo sé que no están bien; discuten más, tienen problemas en el trabajo, y ya no me preguntan '¿Que tal en el cole?'

El mundo de los adultos es un rollo, están todo el día trabajando, soportando a un jefe borde y amargado, y no tienen tiempo para ser felices.

En realidad ellos no tienen la culpa. La culpa la tiene el hombre. El hombre se ha convertido en la única barrera que limita nuestra libertad, por lo tanto nunca conseguiremos ser felices del todo.

Desde que tengo esta opinión me he planteado cambiar el mundo. Me considero especial, o al menos considero que todo seria mejor si las cosas fuesen de otro modo. Los adultos lo hacen todo tan difícil...

Ayer mi padre volvió a casa cabizbajo, con la corbata mal puesta y la sonrisa del revés.

En cuanto entró por la puerta sin gritar '¡Familia, ya estoy en casa!' ya sabia que algo no marchaba bien.

Acto seguido mi madre fue a su habitación. Pasados unos minutos decidí acercarme a la puerta y sentarme a ver si escuchaba algo.

- No queda más remedio que hacerlo, Ali - decía mi padre con voz triste.

- El problema ésta en la niña, ¿cómo le vamos a decir a Nora que se tiene que separar de sus amigos?- se lamentaba mi madre.

No entendía nada, ¿como que separme de mis amigos? ¿Nos íbamos de vacaciones? ¡Que emoción! ¿A dónde iríamos esta vez? Tenia muchísimas ganas de conocer Italia, quizás pasábamos la Semana Santa allí.

No podía creermelo, por fin mi sueño se haría realidad.

Algo interrumpió mis pensamientos, la puerta se había abierto. Levanté la mirada y ahí estaban ellos, con caras tristes y confusas.

- ¿Que hacías ahi, Nora?- Me preguntó papá.

- Nada... yo...

- Sabemos que has escuchado lo que tu padre y yo hemos hablado, cariño. - Dijo mi madre con voz dulce.

- Entonces, ¿a qué vienen esas caras? ¡Tendríais que estar alegres! Viajar es maravilloso ¿no creéis? Ir en avión, cambiar de aires, hoteles lujosos, extranjeros intentando entenderte...- me puse de pie de un salto y di vueltas por el salón. Realmente estaba muy emocionada.

- ¿Y tus amigos? ¿No te importa separarte de ellos? - Mis padres me miraban desconcertados.

- Es solo una semana, ¡ni que nos fuésemos durante años! - Contesté.

Mis padres me cogieron la mano y con lágrimas en los ojos me contaron todo.

¿CÓMO QUE NOS MUDÁBAMOS A AUSTRALIA?

Sinceramente, he pasado la peor noche de mi vida; no paraba de dar vueltas en la cama mientras me hacia a la idea de tener que empezar de cero.

Por una parte me encantaba la idea de viajar, conocer gente nueva... pero por otra, tres años era demasiado.

Alguna vez habíamos hablado lo de mudarnos a otra casa pero ¿a otro país?

Cuando me he levantado tenia el móvil lleno de whatsapps y llamadas perdidas.

Una vez resuelto ese caos solo me quedaba enfrentarme a él y, estaba segura de que no seria nada fácil.

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