Pacientemente

50 0 0
                                    

Eran las dos de la mañana, el reloj se movía lento, sus parpados pesaban aún más que su
espalda, tenía cansancio en su mirar y desesperación en sus manos pero eso no impediría
quedar despierto esperando el destino que se encontraba a tan solo pocos minutos de
llegar.
Ambos sabemos que esos minutos serán horas y ese esperar será eterno, será eterno esperar a la dulce muerte de nuestra madre y amada, mi padre no mostró nunca ningún signo de debilidad, yo nunca pude dejar de llorar, aun ahora las lágrimas corren por mi mejilla y la veo, derruida por el cáncer yaciendo en lo que será su cama por la eternidad, solo me puedo despedir y resignarme a que ahora la vida será con mi padre, el padre que aún no lloro a la muerte de su amada.

PacientementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora