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Mantuve la mirada perdida en aquel atardecer que me enamoraba día con día desde que había llegado a San Francisco. Todos los días buscaba distintas cafeterías pequeñas en las cuales pudiera sentarme a trabajar mientras disfrutaba de una taza de café. Se volvió mi rutina, estar en cuatro paredes no era lo mío, desde que me mude extrañaba el ruido, la presencia de las personas a mi alrededor, me causaban cierta tranquilidad, el saber que la vida seguía y que yo podía seguir.

Los atardeceres de la bahía eran mis favoritos, doy gracias al universo por el piso que puede alquilar, por la gran vista que tenia, aunque se encontrara lejos de la ciudad, no me importo, lo fácil de san francisco son los trayectos, el cable car te lleva a donde quieras o si no el metro, me perdí las primeras 2 semanas y aun quiero llorar de la frustración que sentí. Mi piso consistía en una cocina pequeña, una habitación que tiene la mejor vista, de esas que parece que nunca la podrás superar, como en las películas, era una locura.

Una locura de mudarme a miles de kilómetros, sin conocer a nadie, estar sola y tener la peor batalla de todas, una lucha interna conmigo misma, deseo encontrarme, reconstruirme y poder lograr todo lo que sueño y si ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué necesito? ¿Qué puedo encontrar? ¿Qué rumbo tomar? Aún no lo sé. Sinceramente no quiero saberlo, aun no. La vida es larga, pero el tiempo es corto y lo único que logro escuchar es el tic tac del reloj.

Digamos que me pasé media día observando a las personas de mi alrededor que olvide por completo de mi curso de cocina en una casa antigua por el barrio chino de la ciudad, eso queda a más de una hora de aquí, si estoy muy mal ubicada o lo mas seguro es que me haya perdido nuevamente ya que tengo 10 min dando vueltas para encontrar el lugar, el único problema es que sus calles son un laberinto, no peor es como un tablero de serpientes y escaleras, subes, bajas, vuelves a subir y vuelves a bajar y no sabes como terminaste en la misma calle pero de sentido contrario. Si estoy muy distraída y esta conversación conmigo misma me está matando o, quizás ya me volví loca.

-Disculpa ¿Te has perdido?.- una chica alta me pregunta, lleva un delantal con el logo de una pastelería o algo así. La miro curiosa sin saber si puedo confiar en ella o simplemente arrancarme a correr. Estamos en una época donde no se puede confiar en muchas personas , pero qué más da cómo podremos tener amigos si no lo hacemos.

-Si..estoy buscando el barrio chino, en específico unas clases de cocina en una casa famosa y antigua.- me mira divertida

-Oh ya. Chica estas muy lejos del barrio chino para comenzar, segundo te eh visto dar vueltas como unas 5 veces y tercero que no confías en google maps.- me mira divertida y por un momento me incomodo por que siento que me juzgaran, pero tengo que controlar mis nervios.

-Disculpa, solo estoy jugando.- Mira el reloj.

Tiempo.

Tarde.

Como siempre.

- Salgo en 5 min y puedo llevarte al barrio chino y sirve que te doy un tour por la ciudad.

-No quiero molestarte.- La miro esperando que no insista por que ne verdad no quiero molestar.

-No, prefiero asegurarme que tengas una amiga, y mostrarte unos tips de esta maravillosa ciudad.

-Gracias, se nota mucho que no soy de aquí ¿Verdad?

-Mucho, mi nombre es Alison.- Me tiende la mano y sonrió.

-Olivia. El gusto es mio.- me mira sonríe y me comenta que la espere un momento, miro a mi alrededor y tomo algunas fotos, para mi instagram y guardo la direccion, por que estoy segura que alison será una buena amiga.

Alta.

Rubia.

Ojos verdes.

Amable.

Seguramente, le llueven pretendientes pero creo que es muy inteligente para estar con alguien que no valga la pena y se lo aplaudo. Conduce por las calles de san francisco, hasta que en 10 min visualizamos emblemático barrio chino, nunca hubiera llegado sin ella. Le comento que decidí tomar un descanso de la vida que conocía para encontrarme y buscar quien quiero ser. Ella en cambio toda su vida ha estado en este maravilloso lugar, San Francisco para ella es su hogar. Como el de muchos. Vive con sus padres cerca del barrio chino, me comenta que sus abuelos paternos eran chinos y decidieron migrar a estados unidos desde que eran muy jóvenes, su madre es estadounidense, supongo que es la viva imagen de su madre, por que no tiene muchos rasgos orientales, el negocio es de ella, tiene un novio, le encanta la repostería y sueña con tener un café cerca del muelle. Compartimos tantas cosas que no note que el tiempo volando y nuevamente olvide mis clases.

-Mierdaaa, soy un desastre olvide las clases, acabo de perder 50 dólares.

-¿QUE? Te cobraron 50 dólares, Olivia estas segura que no te estafaron.

La miró dudosa y le muestro la pagina formal de la casa antigua.

-Olivia, te robaron.

-¿Qué?

-Si te robaron, pero lo bueno que te salve, quien sabe donde hubieras terminado, pero te daré la oportunidad que busquemos esta casa, al final mi novio no vendrá hoy.

Dimos unas cuantas vueltas, pero nunca apareció la dichosa casa. Una estafa total.

Esto no lo podrá saber mi madre. Nunca.





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