El suave viento movía delicadamente los cabellos castaños de aquella chica con expresión vacía en su pálido rostro.
Volteó rápidamente hacia la puerta de la habitación azul pálido cuando escuchó una tos falsa que era, obviamente, dedicada a ella ya que nadie más la podía escuchar.
—¿Ya es la hora? —preguntó sonriendo y no era una sonrisa falsa, esa era la sonrisa más sincera que había dado en meses.
El corazón -si es que tenía uno- del joven se encogió al ver esa sonrisa en aquel pequeño rostro pálido marcado con el paso de la enfermedad que acabaría con la vida de esa hermosa alma.
El joven solo asintió.
La chica dejó salir un largo suspiro y cerró sus ojos para poder sentir nuevamente el refrescante viento que entraba por la grande ventana del cuarto del hospital. Esa ventana que él especialmente había abierto para ella. Levantó su pequeño y delgado brazo que temblaba para poder sentir el viento rozando sus dedos, quería y necesitaba sentir el viento deslizándose por todo su cuerpo pero como ya estaba demasiado débil entonces sentirlo solo en sus dedos y rostro estaba bien.
—Estoy lista —nuevamente volteó hacia el joven que aún seguía inmovilizado en la puerta de la habitación—. ¿Sucede algo? —preguntó la chica frunciendo ligeramente el ceño.
El joven extendió una mano hacia la dirección en donde ella se encontraba.
—Debes estar recostada —la voz del joven era profunda y misteriosa, no era una voz normal ya que producía un eco en los oídos de la joven—. Podrías lastimarte.
La chica sonrió nuevamente y negó apartando la vista de él.
—¿Acaso importa si me lastimo? —la voz de la chica cada vez decaía más, no por tristeza si no porque lentamente se estaba separando de ese mundo en donde apenas había vivido 17 años. Una corta vida para una persona como ella.
—Sería mejor que te recostaras —insistió él y ella le volvió a ver a los ojos oscuros.
Movió un pie y luego el otro para poder acercarse a la cama que estando en un estado de salud normal hubiera llegado en dos pasos cortos pero estando en su condición actual necesitaba mínimo 3 pasos. Sus manos se deslizaron, temblorosas, hasta su estómago y apretaron fuertemente la tela de la bata blanca que llevaba cubriendo su delgado cuerpo. Intentó dar un paso más pero se tambaleo y empezó a caer, cerró los ojos esperando sentir llegar el piso o simplemente ya no sentir nada pero no fue así. Unos fuertes y fríos brazos la sujetaron. Cuando abrió sus ojos estaba siendo depositada delicadamente sobre la cama del hospital. Suspiró y se sintió feliz de haber sentido por fin un poco de aquel joven que nunca había tenido el valor de acercarse tanto a ella, de aquel joven vestido completamente de negro y ojos negros que la mayoría del tiempo la observaba de pie desde la puerta de la habitación.
—No te hubieras puesto de pie —susurró el joven acomodando gentilmente las manos de la chica sobre su estómago. Ella sonrió mientras él deslizaba la blanca sabana que la debía cubrir hasta que rozaron con sus manos.
—¿Es algo sobre irme con estilo? —preguntó la chica observando los penetrantes ojos oscuros del joven.
Él no contestó solo se aseguró de acomodar la cabeza de ella cómodamente en la almohada y acomodar su cabello largo pasándolo sobre sus hombros hasta que las puntas de este acariciaron sus manos.
—¿Siempre haces esto? —preguntó, inquieta de repente por la sensación refrescante que él le había provocado con cada uno de sus roces. Incluso en un momento como ese ella podía ser egoísta.
—No —dijo el muchacho mientras su dedo índice recorría lentamente la mejilla de ella para apartar un castaño cabello de su blanca piel.
—Me alegra —suspiró con dificultad.
Ambos conectaron sus miradas. Los penetrantes ojos negros de él. Los castaños ojos casi sin vida de ella.
Y entonces una lágrima brotó de su ojo porque ella sabía que estaba por decir adiós a una buena vida. Y un remordimiento jamás experimentado por parte de él empezó a inundarlo.
Su dedo viajo hasta el lugar en donde esa lágrima había salido y lo deslizó para eliminarla.
Ambos seguían con sus miradas conectadas. Esos castaños ojos sonrieron y él se sintió incapaz de poder hacer su trabajo. Ella lo entendió y le tomó una mano, él entrelazó sus dedos con los de ella.
Los ojos del joven empezaron a aclararse de la parte inferior de sus pupilas y ella logró distinguir el color anaranjado creciendo y creciendo aún más en sus ojos. Era el color del fuego.
—Dulces sueños —susurró el muchacho.
—Gracias —logró decir antes de que sus ojos se cerraran para nunca volverse a abrir.
Al menos no en esa vida.
El joven lentamente deslizó su mano fuera de la mano de la muchacha sin vida.
Cerró los ojos y su mano estaba formando un puño, cuando decidió abrirla había una pequeña esfera de niebla blanca, increíblemente blanca, levitado sobre la palma de su mano.
El movimiento de personas corriendo lo hizo voltear a la puerta la cual se abrió estrepitosamente dejando entrar a fácilmente 10 personas con aparatos de resucitación que rápidamente intentaban revivir aquel cuerpo sin alma.
No tenía caso de que lo intentaran porque esa alma ya no era de ellos.
No. Esa alma ahora era de él.
Con una sonrisa desapareció en la esquina más oscura de la habitación.
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Llevaba años con este relato y por alguna razón nunca lo subía. Pero aquí está.
Es algo diferente a lo que suelo subir aquí aunque es lo que más suelo escribir. Me gustan estos temas relacionados a las almas, fantasmas, espiritus, ángeles de la muerte y eso, es culpa del anime :v
Pronto volveré :D Para ser más exacta este 14 de febrero traeré nuevo material y espero leer sus comentarios :)
Por cierto, ¿notaron que no usé nombres para los personajes? :D Siempre había querido hacer eso.
Espero que se hayan entretenido un poco.
¡Saludos!
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Dulces sueños
Teen FictionLos ojos del joven empezaron a aclararse de la parte inferior de sus pupilas y ella logró distinguir un color anaranjado creciendo en sus ojos. Era el color del fuego. -Dulces sueños -susurró el muchacho.