Julio

5 0 0
                                    

  -¿Qué hacías el viernes por la noche?- escuché su voz seria al otro lado del teléfono. Juro que sentí mi corazón a mil kilómetros por hora, mis orejas se calentaron y mis ojos se humedecieron de tanta impotencia, tenía impotencia en su estado más sólido.

  No puedo creer que ésta jodida llamada está pasando, y definitivamente jamás pensé que se sentiría de esta forma. Nunca pensé que algún día sentiría tanto desprecio por aquella persona que algún día llamé mejor amiga. Pero si sabía que algún día todo acabaría.

  Okey, okey, retrocedamos unos meses atrás, a donde comenzó todo, así podrán entenderme mejor.

Mayo

   -Madre, debo conseguir trabajo, ¡no puedo seguir así! De pronto mi cama empieza a parecer un molde con mi silueta marcada en ella, realmente estoy cansada de no hacer nada por mi vida.- suspiré por octava vez mientras caminamos bajo un sol picante.

  Ella va distraída viendo los escaparates de las tiendas. Eso es un hobbie para ella, mirar pero no comprar. Yo por otro lado, soy todo lo contrario, para mí es muy desesperante caminar sin sentido y dar vueltas para no comprar nada. ¡Tanto esfuerzo para no comprar absolutamente! No, no, eso conmigo no.

  Después de hora y media de perder la mitad de mi peso caminando y sudando, mi madre nos detiene abruptamente colocando su brazo izquierdo en frente de mi. Seguro se cansó de escuchar mis quejas.

  -Auch, ¿que pasa contigo? Se que es molesto escucharme porque suelo hablar mucho, y a veces divago con lo que digo, no es que lo haga apropósito, pero no hay razón para ponernos agresivas.-  Sí, mi madre es mi mejor amiga en todo el mundo. Somos más hermanas que otra cosa.

  -Observa, aquí, mira. "Se busca personal de peluquería". Dios te ha puesto la señal justo aquí, ¿qué esperas? No te veo, ve, ve.- Esto mientras me daba pequeños empujoncitos por la espalda.

  Yo en verdad puedo morir de la vergüenza. En mis trabajos anteriores siempre se me había presentado la oportunidad en bandeja de plata, tipo "hey, me sobra un puesto, es tuyo" o "necesito que alguien haga bien esto, tú lo haces, te veo el lunes ;)" así que si, estoy nerviosa hasta la médula.

  Reuno toda la valentía que hay en mi cuerpo y avanzo lentamente. Es mucha presión para una chica de dieciocho años.

  Camino lentamente hacia el interior de la peluquería. Tiene un aspecto muy fancy. A primera vista, logras ver un pasillo algo estrecho al comienzo y más ancho al final, donde se encuentra una puerta de vidrio protegida por una reja color negro ya algo deteriorada, ésta está abierta, pegada a la pared, dando paso al público.

A unos metros de la puerta se encuentran dos sillones puff de color blanco, junto a una pequeña mesita de café, la esta madera corroída, supongo que es para los clientes que van llegando. O simole decoración, meh.

  En frente de la puerta de vidrio, están dos señoras bastante, mmm, llamativas no es la palabra. Peculiares. Esa palabra las describe mucho mejor.

  Las señoras, quienes parloteaban efusivamente sobre no sé qué tema, bajaron su tono de voz hasta quedarse en total silencio a medida que yo iba llegando hacia ellas. Me escanearon. Lo sentí. Me miraron fija y detenidamente, cada movimiento, mi ropa, hasta mi cara, la cual seguro demostraba que estaba constipada desde hace días, o que les voluntaria los zapatos justo en ese momento. Oh Dios, ¿por qué tengo que ser tan inmadura? ¿No pudiste crearme con 30% de belleza, 30% de inteligencia y 40% de madurez? Demonios. Oh Dios, también discúlpame por eso, rayos. ¡Lo siento, de nuevo!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 09, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The true of RuthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora