Prólogo

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Un día cualquiera para mí, saliendo del trabajo a las cuatro de la madrugada, con un frío extremo que te calaba hasta los huesos. Iba en taxi junto a Abby, mi mejor amiga y roomie.

—Toma. Desmaquíllate en lo que llegamos al edificio, no quiero que te tardes más de una hora haciéndolo frente al espejo y te desveles —me dijo Abby, pasándome una toallita húmeda.

—Esa vez tuve demasiadas tareas, no podía dormir sin terminarla y menos ahora que es mi último año.

—Lo sé, Ive.

—No lo menciones entonces, sabías que fue por eso —recalqué molesta y asintió.

Durante todo el camino, Abby la pasó durmiendo mientras que yo escribía un pequeño ensayo y me desmaquillaba al mismo tiempo. Esto de tener que trabajar y estudiar, es agotador.

Al llegar al edificio, eran justo las seis. Bajamos rápidamente del taxi después de pagarle al chófer y subimos por las escaleras a paso rápido.

—Ya que no tenemos tiempo de ir al gimnasio, las escaleras nos hacen un enorme favor —me sonrió Abby.

—Es una mierda todo esto —dije entre risas.

Iba cargando mi mochila de la escuela, mis libros y en mi bolso, iban mis zapatos altos con los que bailaba en esa pequeña tarima.

—Uy, mira quién viene saliendo de su departamento de soltero —señaló Abby hacia el frente y levanté la mirada.

Ahí venía ese hombre misterioso, con su camisa abotonada y las mangas dobladas hasta debajo de sus codos. Unos zapatos y pantalón elegante, dignos de una oficina de prestigio como en la que ese hombre trabajaba.

—Es la primera vez que lo miro por aquí —susurró Abby sin quitarle la vista de encima.

—Yo ya me he encontrado con él. No habla nada, ni siquiera te saluda.

—Es muy guapo.

—Cierra la boca, Abby.

Estábamos casi por pasar desapercibidas, cuándo él al verme, me saludó.

—Buen día. ¿Podríamos hablar? —observó a Abby por unos minutos y volvió de nuevo a mi —A solas, por favor.

—Buenos días. Hmm, claro.

—Me retiro —murmuró mi amiga y se adelantó a la puerta de nuestro departamento.

Cuándo por fin, escuchamos que la puerta cerró. Mi vecino misterioso se colocaba un reloj en su muñeca mientras yo lo veía de arriba a abajo.

¡Dios, es tan guapo!

Lamió sus labios antes de hablar, una sonrisa chueca apareció en su rostro y me observó detenidamente, causando miles de sensaciones dentro de mí.

—Sé a que te dedicas para ganar dinero...

—¡¿Qué?! ¿Quién te dijo eso? —respondí rápidamente y se encogió de hombros.

—Por ahí. Escucha, quiero contratarte para esta noche del sábado.

—Hmm. Está bien —mis nervios estaban apoderados de mí que ni siquiera podía hablar.

—Necesito que estés preparada y vayas con muchas ganas —decía mirándome a los ojos.

Asentí.

—Pero no estés nerviosa, te trataré bien —me guiñó.

—No, nada de eso... Estoy bien, sólo dime la hora y yo estaré ahí.

—Te enviaré un mensaje, dame tu número.

Comencé a dictarle mi número telefónico, mientras él lo anotaba en una agenda pequeña, yo estaba a pocos centímetros inhalando su perfume el cuál es de esos embriagantes que te encantan.

—Quiero que vayas con mucha energía, con muchas ganas de hacer todo lo que se pueda.

—Sí, está bien.

—Bueno... Dime, ¿cuál es tu nombre?

—Hmm. Ivelisse Reyes —estiré mi mano y la tomó despacio agitándola de arriba a abajo.

—Michael Johnson.

* * *

Se llegó el sábado por la noche, mis descansos eran los fines de semana así qué, no había problemas con Deontay, el dueño del bar donde bailaba.

—No puedo creer que los vecinos se hayan enterado de “tu segundo trabajo” —murmuró Abby con cierto nerviosismo.

—Lo sé, es muy extraño.

—¿Y dices que ni siquiera te dejó hablar? ¿Sólo te pidió que fueras con mucha energía y dispuesta a todo?

—Así fue, exactamente.

En verdad, este trabajo solamente lo hice dos veces y por necesidad. En ningún lugar querían contratarme por falta de experiencia y necesitaba dinero para pagar mi escuela, mi casa y los servicios, sin contar la comida.

—¡Wow! Jamás pensé que ese hombre fuera cómo esos ricos necesitados de sexo y amor —soltó riéndose a carcajadas.

—Ni yo pero bueno, supongo que me va a pagar bien y ahora más que nunca necesito dinero.

Ella asintió y terminé de vestirme.

Usaba un vestido gris de tela fresca y tirantes muy finos que me llegaba hasta las rodillas, era un poco ajustado y hacía lucir mi cuerpo aún más grande de lo que ya era. Llevaba unas sandalias negras y mi maquillaje, era de lo más sencillo, máscara de pestañas, un poco de rubor y sombras, labial rosado y más nada.

Hace apenas unos diez minutos él me había enviado un mensaje, diciéndome la hora en la que debía estar en su departamento. Y cada vez me ponía más nerviosa, mientras la hora se acercaba, solamente pensaba en él.

—¿Cómo se habrá enterado de eso? Nadie aquí me conoce, nadie.

Después de tanto pensar, y esperar a que llegara la hora. Salí de mi departamento y conteniendo mis nervios, me acerqué a su puerta y toqué más de dos veces con un poco de fuerza.

Al instante abrió, recibiéndome con una enorme sonrisa y se hizo a un lado para que yo entrara.

—Gracias por venir, en verdad necesito de ti justo ahora —decía yendo hacia su sala mientras yo lo seguía.

—Empecemos de una vez —no quería formalidades.

Si él iba a pagarme a cambio de tener sexo, no quería hablar ni mucho menos tener algo de confianza. Sólo sexo y me voy.

—Bien, ponte cómoda. Ya vuelvo —me guiñó.

Asentí y lo miré caminar por un pasillo que daba a las habitaciones. Yo observaba sus cosas. Debía asegurarme que no tuviera cámaras o algo parecido dónde pudiera grabarme, y si había, demasiadas.

—Son por seguridad, entonces fue a apagarlas —dije para mi misma.

Bajé mi vestido, quedé simplemente en ropa interior, de pie frente a la ventana mientras lo esperaba. Me serví una copa de alguna bebida que estaba sobre ese mueble y bebí dos tragos a fondo.

Sí, los nervios me ganan a veces.

De pronto escuché sus pasos y volteé con una sonrisa, al ver lo que traía entre sus manos, se me cayó la cara de vergüenza.

—¡Wow! ¿Acostumbras cuidar niños... desnuda?

¿Esto podía ser peor?

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2020 ⏰

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