Eco {◇}

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La enfermera me sonríe y se retira; mi madre, otra vez, no vendrá. Ella dijo que quería...

- Buenos días, Sehun. - La nueva doctora me saluda, se sienta en una silla y arroja su mochila en el suelo. - ¿Cómo te sientes hoy? Me dijo la enfermera que comiste muy bien.

Solo asiento a lo que me dice y hago señas sobre el cartel de mi puerta.

- Bueno, pues, tu doctor... ¿Cómo decirlo? Ha renunciado, pero no importa. - Sonrió y ella también. - Ahora soy oficialmente tu doctora, ¿no es bueno?

Sí, lo es.

Ella se retira a la hora indicada y cierra mi puerta. Espero unos momentos, me agacho y saco el último papel que estaba debajo de mi cama; regreso mi vista a la puerta y voy hasta el baño, la prueba se desvanece en el interior del inodoro.

Si todos supieran lo que sucedió.

El doctor Kim se sentó junto a mí cama y acarició mi pierna.

- Afonía, es decir, pérdida total de la voz por un estrés traumático.

Sus manos intentaron bajar y retiré mi pierna.

- Sabes, aquí falta algo.- Dijo moviendo en papel. - El paciente Oh Sehun es muy lindo y sexy.

Mi reacción fue retrotraerme en la cama, alejarme de él. Cuando lo vi por primera vez, miró mi expediente como si le diera asco, pero poco a poco comenzó a actuar extraño.

- Tan lindo que es una lástima que estés aquí. Voy a ser bueno, Sehun. Solo necesito que me des una oportunidad.

Las primeras veces simplemente ignoraba sus formas de hablarme, de mirarme. Sin embargo, su "caballerosidad" empezó a flaquear con cada día que pasaba y su comportamiento se volvió más violento.

- Soy el único que va a amarte tal cual eres. - Se acercó, pero lo detuvieron los golpes de la enfermera en la puerta. - ¡Demonios! - Abrió. - ¿Qué sucede?

- El joven Oh tiene que ir al taller. - Ingresó y tomó mi mochila. - Vamos, Sehun. - Creo que nunca me moví tan rápido.

- ¿Desde cuándo hay talleres? - Escupió.

- Lo pidió el director. - Ella me tomó de la mano y salimos de mi habitación. - Lo tenemos vigilado, pero desgraciadamente sabe como cuidar su trasero. - Recosté mi cabeza sobre su hombro y caminamos al taller. - Hoy Chen les enseñará a fabricar cosas con barro. Me prometes que darás lo mejor. - Asentí. - ¡Muy bien!

Conseguí un diez por un jarrón que resultó ser muy pesado y grande, pero el profesor Chen hizo que me lo llevarán hasta mi cuarto.

La noche había llegado y mi enfermera se retiró para volver a su casa. Unos minutos antes Jongin, el guardia de seguridad, me pidió que cerrara mi puerta por cualquier eventualidad y que solo le abriera a las enfermeras o a él.

En cierto punto de la noche sentía que algo malo iba a suceder, y tenía razón. La cerradura de la puerta fue abierta y el picaporte dejó pasar al doctor Kim. Estaba tan asustado que en estado de alerta salté de la cama y corrí hasta mi escritorio, que no estaba muy lejos.

- ¿Por qué eres tan terco, mi Hunnie? - Caminó unos pasos hacia mí. - Te dije que serías mío.

Lo golpeé y traté de huir al baño, pero me tumbó en el suelo y comenzó a arrastrarme. Mis lágrimas caían y arañaba el suelo para escapar.

¡Ayuda!

Un golpe seco se escuchó y algo líquido se derramó en mí pié, logré soltarme de su agarre y volteé para ver su cuerpo tendido en el suelo y mi jarrón hecho pedasos sobre su cabeza. Detrás de él, un hombre con uniforme de enfermero colocaba el dedo índice sobre su barbijo. El cuerpo fue envuelto en mí frasada.

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