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Recuerdo un viaje a la casa de mi abuelo, él me quería mucho pero no quería a mi madre; la detestaba. Una noche papá fue a buscarme hasta el cuarto del abuelo y me dijo que debía dormir en mi habitación; yo no quería, no me gustaba estar solo. Dejé que me llevara, sin embargo, para la media noche mis planes eran otros.

A tientas y con mi peluche favorito recorrí los pocos metros que componían al pasillo. Abrí la primera puerta y gateé para no hacer ruido y crucé el espacio que faltaba.

- ¡Ah! ¡Ah!

Me asusté y retrocedí hasta esconderme detrás de un mueble; esas voces eran consecutivas y se respondían la una a la otra. Incliné mi cabeza y, en medio de la cama, sobre mi abuelo estaba mi papá. Su cuerpo desnudo subía y bajaba y las manos de mi abuelo sostenían sus caderas.

- Eso es. Buen chico, no has olvidado como cuidar a papá.

Cubrí mis oídos y comencé a llorar en silencio. Pasé la noche detrás de ese armario.

A la mañana siguiente los cambios comenzaron; no quería que ninguno de ellos se me acercara, como consecuencia mi abuelo había culpado a mi madre y mi padre la había amenazado con echarla de la casa. No me importaba en lo más mínimo, los quería lejos.

- ¿Es por esa zorra que mi pequeño no viene a verme? ¿Qué clase de hijo tengo?

La actitud de mi papá se volvió sumamente nerviosa. ¿A qué le tenía miedo? ¿Por qué?

- Hijo... - Mi abuelo ingresó a mi habitación y recogió el peluche que estaba en una esquina en el suelo; fue su regalo la navidad pasada. - ¿Qué ocurre Sehun? Tú no eras así. - Acarició mi cabeza y me dio el juguete. - Tú papi y yo estamos preocupados... Te pareces tanto a mí... Por favor hijo, no seas malo con tu padre.

¡No!

Olía a óxido y a humedad, algo no era normal. Los mechones de mi cabello estaban hacia arriba... no, colgaban hacia abajo, igual que yo.

- ¿Cómo estás dulzura? - No podía verlo, mi rango de visión era minúsculo. - Hoy vamos a divertirnos. Empezaremos con una caída libre y yo te atrapo. - El sonido de algo arrastrose; por fin pude verlo abajo. - Voy a soltarte y tú caerás en está cama.

¿Estás loco? Claro que lo está.

- Será divertido y... veremos si tu voz vuelve.

La rampa en la estaba se desestabilizó pero, antes de caer, me aferré a una cadena que colgaba del techo.

- ¡Te vez tan sexy allí arriba! - Comencé a negar. - Espera, voy a bajarte.

¡No! ¡No!

Sus palabras nunca tenían la intención lo que verdaderamente se proponía. Bajé por la cadena y, cuando estuve lo suficientemente cerca, me dejé caer; sus aplausos llegaron y una gran cantidad de agua cayó sobre mí.

- Una obra de arte. - Se acercó y comenzó a quitarme la ropa. - Quédate ahí, nada de trucos. - Tomó distancia y, con su celular, realizó unas veinte tomas desde todos los ángulos como si fuera una especie de suvenir. - Voy a atesorate, dulzura. ¿Qué te parece si retrocedemos en el tiempo?

¿Qué? ¿Tiempo? ¿Eso es posible?

- ¿Cómo nacen los hombres? ¿Creación de Dios? Justo como tú, llegan desnudos al mundo y limpios, frágiles. Ahora, ¿cómo llegaste a este mundo? Exacto... porque tu padre se cogió a alguien, no importa el género, y te engendró. - Se arrodilló frente a mí y besó mis piernas. - Naces y tus padres deciden el nombre y la biología la clasificación a la que perteneces, hombre, mujer, hombre doncel. Por tu expresión veo que eres esto último, bueno, es aquí donde vuelves a tus inicios... - Subió a la cama y me acorraló en ella. - Abre tus piernas, Sehun.

¿Cómo podría entender está situación? ¿Demasiado real? ¿Tan real que asusta? ¿Por qué eso me persigue? ¿Por qué dejas que papá sea cruel con mamá? ¿Por qué tienes tanto poder y a la vez no? ¿Por qué le dejas hacer lo que quiere? ¿Por qué no me cuidas?

- No puedes llevártelo.

- ¡Sí, puedo y lo haré! - Estaban discutiendo, algo inusual.

- No, no puedes separarlo de mí solo porque sí. Tengo mis derechos y sea como sea no voy a seder solo porque me lo pidas.

- No te metas en esto. Es mi responsabilidad, papá.

- No es la manera. El internado es la mejor opción, lo cuidarán y lo atenderán.

- ¿Tú diciendo eso? No me hagas reír. ¡Esto es mi culpa!

- Te arrepentirás de esto. ¿Por qué quieres llevarme la contraria en todo?

- Eso no sucederá, se curará y no será gracias a tí o a tu dinero. - Le gritó mi padre.

- ¿Dónde irás? Puedo quitartelo, no eres responsable y no eres un ejemplo para él. - Lo tomó de los brazos y lo sacudió.

- ¡Cállate! ¡Cállate! - Golpeaba sus puños contra él.

- No tienes que hacer esto. - Su voz bajó. - Pídeme lo que quieras, voy a destruir el mundo si así lo quieres... Mi alma está de rodillas, mi amor. No me alejes.

- Lo haré. ¡Es mi hijo! - Una risa irónica salió de mi abuelo.

- ¡Te recuerdo que Sehun es mí hijo también! - Respondió tomando la boca de mi padre y, seguramente, después, su cuerpo.

¡Despierta! ¿Lo querías saber en verdad?

Los brazos de Chanyeol se cierran en mi cintura y su pesado cuerpo se arrastra sobre el mío. Mis piernas están flexionadas y divididas por sus caderas; el ardor se expande por las paredes y la resistencia es nula; sus testículos marcan el límite de mi capacidad. Un gruñido atrapa mi carne y sus dientes presionan, quiere verme sangrar.

¿Qué tan solo estoy? Soy hijo de dos Oh. Soy el engendro de un padre y un hijo.

La "señora Oh" es una adicta porque no puede soportar la verdad.

Aún sentía los brazos de Chanyeol encerrado mi cuerpo. Su pene seguía dentro de mí y su semen se había escurrido hacia entre mis muslos hasta las sábanas. Sabía que no estaba dormido, le parece divertido jugar con mis reacciones. Le gustaba verme temblar.

Relajaba mis caderas y las movía hacia adelante; él me seguía y se incrustaba aún más en mi interior.

¿Esto es lo que sentía mi padre?

Mi estómago se revolvió. La lengua de Chanyeol se abrió paso por mi cuello y lamió las cortadas en mis labios, que yo mismo me hice mientras él me sodomizaba. Tal vez habrá sangre allí abajo también.

Su pene, duro, salió de mi interior y uno de sus brazos soltó mi cadera; se estaba masturbando y me lo decía en el oído. Acaricié su brazo para distraerme y su verga volvió a mis entrañas para liberarse.

- Como me gustas... oh, tu también Sehun. Lo siento, me gusta hablarle a tu cuerpo. ¿Sabes por qué? Porque sabía que podía ser mío aunque no quisieras... Aún falta lo mejor, todo tu ser será mío. - Sus caderas se movieron y me penetraron con más fuerza.

¿Por qué querrías tenerme? Nadie quiere hacerlo.

- No pongas esa cara. - Subió sobre mí sin quitar su pene. - Eres tan hermoso, mira tus rasgos y tu cuerpo... Definitivamente hicieron un buen trabajo contigo. ¿Te gusta nuestra... momentánea casa? Es una mierda, pero es hasta mañana. - Me dio un beso. - Es muy peligroso si nos movemos hoy.

Me cargó hasta un caño que despedía agua y nos bañamos ahí; secamos nuestros cuerpos con unas sábanas y me dejó unos momento a solas, encerrado en ese lugar.

Parecía una fábrica vieja y abandonada, aunque no estaba seguro. Llevaba puesto una camisa azul y despintada, junto con unos pantalones de trabajo.

¿Habrá encontrado esa ropa aquí? ¿A dónde fue?

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