My Loving Criminal

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Su caminar era elegantemente perfecto, hipnótico, como digno de una pasarela; con cada paso que daba, el eco que hacía el tacón de sus botines al chocar con el suelo era como un rítmico sonido que atraía las miradas de la gente a su alrededor. Se colocó sus gafas de sol antes de salir por las puertas automáticas del banco, deteniéndose unos minutos y tomándose el tiempo para mirarse frente al espejo que sacó de su bolso: tenía que revisar que cada uno de sus cabellos rubios estuviera en su lugar, justo como tenía que hacerlo para mostrarse ante la multitud.

Key iba vestido con un finísimo -y por supuesto, muy costoso- traje de diseñador en color rojo, que hacía una perfecta combinación con la camisa en tono oliva que decidió usar esa tarde, atrayendo las miradas del resto de las personas por donde quiera que caminaba, no sólo por su elegante porte, sino por lo llamativo de su outfit.

Aquello, por supuesto, no había sido solo una mera casualidad, a decir verdad, el lucir elegante y a la moda era uno de los mejores talentos que Kim Kibum poseía.

El rubio sonrió, no sólo por ser el centro de atención de todas las miradas, sino porque justo a unos pasos, delante suyo, había aparecido Jonghyun para abrirle la puerta del automóvil, como un galante caballero en toda la extensión de la palabra.

—Funcionó —le dijo Kibum una vez dentro del auto, mostrándole el interior de su maletín de piel, repleto de bastantes fajos de billetes en grandes denominaciones.

—Por supuesto que iba a funcionar —Jonghyun sonrió, soberbio y satisfecho mientras encendía el auto—. Falsificar cheques es todo un arte, Bum, y es por eso que mi trabajo siempre ha sido impecable.

Key le correspondió con la misma sonrisa cuando sus miradas se cruzaron, orgulloso de los peculiares talentos que su pareja poseía y que los habían llevado al lugar y estatus del que disfrutaban ahora. Bien sabía, desde hacía años atrás, que Kim Jonghyun era todo un genio creativo y llevaba a cabo una de las magias más prodigiosas dentro del arte del delito de guante blanco. Un poco del llamado fraude elegante, falsificación de cheques y algunos cuantos delitos informáticos menores eran su especialidad, todo llevado a cabo con gran destreza y sigilo, como todo buen ejecutor.

Aunque, por supuesto, nada de eso podría haber sido posible sin la otra cara de la moneda: la presencia de Kibum para darle un rostro a sus negocios.

—Pues recuerdo que la primera vez casi nos atrapan —comentó con una sonrisa, con el mero afán de molestarle.

—De acuerdo, eso fue mala suerte de principiante... —intentaba excusarse— pero sigo teniendo un récord bastante aceptable ¿no crees?.

No fueron necesarias las palabras, pues Kibum no tardó en acercarse hasta el rostro de su chico, dejándole un beso sobre los labios, lento y deleitable, mismo que fue bien recibido por el chico de cabellos castaños.

Sí, de hecho, Kibum pensaba que Jonghyun tenía un récord más que aceptable en bastantes aspectos de su vida juntos, incluyendo los amorosos.

—¿Y bien? —suspiró, aún saboreando los labios de su pareja— ¿a dónde vamos ahora?

—¡De compras, por supuesto! —contestó Kibum emocionado, obviando la pregunta— tengo algunas ideas de en qué podemos gastar nuestro dinero.

—¿Sabes? con ese dinero quizá te compre algo bonito por tu cumpleaños

—Deberías. Tiene que ser algo grande, y muy costoso.

—Por supuesto, lo que tú desees, cariño —el tono de su voz fue una peculiar mezcla de malicia combinado con la amplia sonrisa que se formó en sus labios.

My Loving Criminal  | JongKeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora