X.- Mi Manada

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Stiles regreso ese día mucho más tranquilo y contento, le gustaba tener ese lugar solo para él, en cuanto llegó al loft Derek fue quien lo recibió con una hermosa sonrisa.

- Hola Sti, ¿todo bien? – le preguntó acercándose al castaño dejando un suave beso en sus labios

- Si, Der – le dijo Stiles esbozando una ligera sonrisa sorprendiendo al otro, era la primera sonrisa sincera que adornaba el rostro de su castaño

- ¿A dónde fuiste? ¿Quieres comer algo?

Stiles soltó una pequeña sonrisa tomando la mano del lobo acariciándola con ternura.

- Fui al gimnasio, me gusta ese lugar y estaría bien comer algo

- Ve a ducharte y mientras yo preparo algo de comer – le dijo el mayor

Stiles asintió yendo a la habitación que comparte con Derek para darse una ducha y cambiarse.

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Los días pasaban y Stiles comenzaba a convivir mucho más con la manada además de que había comenzado a sonreír más, estaba mostrando de nuevo sus sentimientos pero era obvio que habían muchas cosas que en el castaño. Él seguía patrullando el bosque protegiendo a cualquier criatura y cuidaba del nemeton como buen guardián y cuidador de Beacon Hills.

Stiles había estad yendo prácticamente diario al gimnasio donde era recibido por Carter y los demás, ellos lo había ayudado como nadie, gracias a ellos estaba logrando volver el antiguo Stiles.

Toda la manada estaba encantada con que Stiles estuviera con ellos pero aun así trataban de no incomodarlo o hacerlo sentir mal, nadie volvió a mencionar el tema Monroe ni todo lo que hizo en esos seis años, ellos estaban felices con Stiles ahí.

Stiles caminaba por el cementerio de Beacon Hills hasta que paro en una lápida perfectamente cuidada, se agacho dejando una flores para luego sentarse frente a ella.

- Ha pasado tiempo mamá... - soltó un suspiro – Han pasado demasiadas cosas desde la última vez que vine, hace seis años te hable acerca de Monroe, lo que tenía que protegerlos a todos. Las cosas no salieron como las planee, creía que solo tendría que irme hasta encontrar una manera de acabar con ella pero jamás pensé que me vendiera e una manada, mamá ellos me hicieron mucho daño por mucho tiempo. – paro un momento cerrando sus ojos para volverlos a abrir mostrándose un poco cristalinos – Todas las noches que pase en ese lugar pedía a alguien para que me salvarán pero nadie fue, yo simplemente me seguía pudriendo ahí, solía llorar hasta que un día decidí dejar de hacerlo, ese día murió algo dentro de mí. Sabía que nadie me iría a salvar así que tenía que salvarme a mi mismo, deje de esperar algo de los demás, deje de ser el humano débil que solo espera para que lo rescaten, cuando mate a toda la manada algo en mi cabeza se había ido, matando a esas personas olvidé quien era, dejé que esa sangre me llenara por completo, me volví un asesino sin sentimientos, no sentía nada. – esbozó una sonrisa viendo al cielo – pero cuando creía todo perdido, lo vi – bajo su mirada de nuevo – Estaba en Canadá buscando a un grupo de cazadores cuando apareció él, con sus hermosos ojos. Derek entró a la cafetería donde yo estaba, al verlo todo volvió a mí, la razón por la que luchaba, la razón por la cual seguía vivo, sin darse cuanta él me salvo una vez más; desde ese momento se convirtió en mi ancla y cada día que pasaba esperaba por verlo de nuevo, por estar en sus brazos. – miró sus manos esbozando una sonrisa cargada de tristeza – He cometido muchos errores mamá, he matado a muchas personas, algunas incluso inocentes y tal vez no tenga perdón y cuando muera lo más seguro es que no nos veremos en el cielo pero jamás me arrepentiría de lo que he hecho, se que le he evitado mucho sufrimiento a muchas personas, no quiero que nadie pase por lo que yo pase. Es difícil vivir con la sangre en tus manos, tener pesadillas casi todas las noches pero no estoy solo – esbozó una sonrisa sincera – Mamá, tengo nuevos amigos que me entienden y me ayudan a superar mis demonios, tengo a un increíble novio que me acepta tal y como soy, tengo una familia, tengo a mi manada y sé que con ellos nada me va a faltar. Prometo no irme de nuevo, ahora pretendo quedarme aquí, en mi hogar junto a los que amo. Nos veremos pronto mamá, te amo

El castaño se levantó, cerró los ojos disfrutando de la suave caricia del viento. Siguió su camino y ahí fuera del lugar lo esperaba Derek Hale, esbozando una sonrisa cargada de cariño, estiró su mano y él la tomo.

Sí, al fin estaba en casa, con su familia.

Todo el sufrimiento había valido pena, ahora estaba de nuevo con su ancla, su mejor amigo, su consejero, su apoyo, el amor de su vida.

Su sourwolf.


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Lamento decir que este es el último capítulo de esta historia, aun falta el epílogo. Espero que hayan disfrutado de la historia. Gracias por todo su apoyo, sin ustedes no hubiera podido terminarla.

Gracias!!

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