Entres trucos y trucos.

Capítulo 1.

-Bueno amigos,-emepecé, haciendo que la gente gritase al dar la despedida al espectaculo- creo que por hoy ya es suficiente, pero no me iré sin antes deciros que habéis sido un público excelente y ¡buenas noches nueva york!.-grité mientras tiraba unas cartas para ariba que habían salido de mis manos en ese momento.

Les di una sonrisa y me fui hacia los vestuarios.

Allí se encontraba una carta tendida en la mesa, con una dirección y una hora.

La miré  detenidamente y miré  a mi alrededor. No vi a nadie. Me encontraba sola con la carta y muchas preguntas.

Me dispuse a leerla: 4 de Marzo a las 4:44 avenida nueva 6°A. Hoy era 2 de Marzo, la cita era para dentro de dos dias ¿iria sola?. Quién  sabe quien estaría allí esperándome. Pero si se lo decía a alguien, creerían que estoy loca por querer allí.

《4 de Marzo a las 5:13》

Estaba nerviosa, llegaba tarde y encima no sabía ni con quién había quedado. Todo se juntaba para crear un caos en mi cabeza mientras corría hacia el sitio de la quedada.

Subí las escaleras rápido, tanto que me tropezaba con mis propios pies. Cuando llegué  al punto de encuentro, la puerta estaba cerrada.

-Joder.-me quejé en voz alta, dando una patada a la puerta.

Me apoyé en la pared de al lado de la puerta dejando caer un largo suspiro. ¿Todo había sido una broma pesada? Nada para mí tenía sentido en esos momentos, sólo pensaba en alguna persona retorcida intentando hacer una broma más retorcida aún. Había sido una estúpida.

Justo cuando ya no tenía esperanzas de nada y me estaba marchando, un muchacho alto con pelo castaño y rizado me abrió la puerta dudoso.

-¿has sido tú la que has pegado una patada a la puerta?.- exclamó. No  podia creer que de verdad alguien me hubiera llamado, y menos ese chico. No sabia si responder.

-Sí, he sido yo.-dije decidida.

-¿Se puede saber por qué?.- dijouna guapisima chica pelirroja por detrás de él.

Recorde la carta.

Rebusqué entre mis desordenados bolsillos hasta encontrarla. Se la entregué al muchacho,  ya que ella no parecía muy simpática.

El chico la miró detenidamente, sin dejar pasar ningún tramo de la carta.

-Pasa.-ordenó, a lo que yo obedecí sin rechistar. Su voz me parecía tan melodiosa y su comportamiento tan seguro que era casi inevitable no hacerle caso.

Él cerró la puerta y clavó sus ojos castaños en mi pupila. En ese momento, sin darme cuenta, para mí solo existía él. En esa sala se notaba la tensión, no hacía falta ser muy listo para saber que ninguno de ellos se conocían, excepto dos: la chica pelirroja y el muchacho que me había abierto la puerta. Parecían tener una relación amorosa quizás arruinada. Mientras el castaño avanzaba, la pelirroja no le quitaba los ojos de encima. Al contrario él no me los quitaba a mí.

Notaba la electricidad entre nuestros cuerpos separados por centímetros pero unidos por los lazos que habíamos creado cuando nuestras miradas chocaron.

-Encantado, - dijo educado- soy Daniel Atlas, pero llámame Atlas.

Le sonreí sincera.

-Igualmente, soy Elena, y llamame Elena.-vacilé simpática.

-Me gusta mucho tu nombre, Elena.-  dijo Atlas cordial mirándome a los ojos. Ahora que me daba cuenta en ningún momento había desviado la vista de mis ojos, y yo, obviamente, tampoco de los suyos.