Monster Legend

Primera Parte: Krull y Cammy

“Todo ocurrió tan rápido sin que pudiera notarlo siquiera, todo quedó hecho pedazos en un momento, como si fuera nada. Mi casa, destrozada y quemándose como si estuviera hecha de paja, mis padres, tirados como basura sangrante, muertos frente a mí mientras su asesino se ríe a carcajadas.

Voy hacia él, enfurecido y lleno de venganza, pero sólo soy un niño y no puedo hacer mucho, solo caer al suelo ante su gran golpe y verlo reír una vez más para luego marcharse destrozando el techo con la casa en llamas. ¿Por qué a hecho esto? ¿Por qué me a dejado con vida? No tengo la menor forma de saberlo, pero algo es seguro, debo vivir, debo encontrarlo y vengarme. Así que salí de los escombros con la poca fuerza que me quedaba, a duras penas pude dejar mi hogar mientras la madera se cae y lloro por mis padres, empiezo a recordar los momentos que pasamos, esos momentos que dejamos atrás. Cuando mi madre me hacía los gusanos con mermelada que tanto me gustaban y me cantaba canciones de cuna, o cuando mi padre me ponía a escuchar su música que por cierto era muy buena, mientras jugamos en la consola juegos de dos.

Todo era mágico y divertido, pero simplemente… se termino… tarde o temprano todo termina…"

1. Un nuevo camino.

En el pequeño pueblo de Veilferno. Ha ocurrido algo que para los pueblerinos es común, para ellos el ser oprimidos por alguien de afuera es algo que no pueden evitar pues no tienen los recursos para defenderse como es debido, así que no prestarán su ayuda a alguien que lo necesite o este en peligro, simplemente lo ignoran y fingen que nada paso.

Ese es el caso de la familia Forest donde sólo el niño sobrevivió a tal dura realidad, sólo ese niño consiguió hacer frente a algo tan trágico, su nombre es Krull, él viaja por todo el pueblo en búsqueda de ayuda en un estado demacrado, sus ropas rasgadas, su cuerpo lleno de heridas leves, sus ojos carmesí como la sangre llenos de desesperación, exceptuando por una pequeña flama. Él va a cada persona que puede, todos saben de su pérdida pues en Veilferno todo se sabía rápido, aún así le niegan la ayuda que necesita, cansado y sin poder hacer nada el joven Krull se sienta sobre una roca y se pone a recordar:

“¡¿Qué les has hecho a mis padres?!" Grita con voz furiosa.

“Adios" es lo único que dice el tipo para extender sus alas en forma de murciélago y elevarse.

El niño trata y trata de sacar los cadáveres de sus padres con la poca fuerza que le queda, pero no es capaz de hacerlo y debe resignarse a dejarlos ahí para morir junto a la casa donde creció, golpea el suelo múltiples veces, luego de un tiempo su tristeza pasa y sólo queda la soledad, una fría y oscura noche que lo abraza sin que pueda ocultarse, sólo sentirlo en su cuerpo, su único recurso son las pequeñas flamas que a heredado. Las que apenas pueden mantener su temperatura estable, su apariencia es de tez verde clara con dos cuernos pequeños en su cabeza, su cola se mueve sin cesar intentando despegarse de su cuerpo, su cabello es lacio en forma triangular color castaño claro con mechones rubios y una suciedad que le hacía perder su brillo, por último está su vestimenta toda rasgada y envuelta en mugre, su playera blanca deja de serlo cuando acaba la noche, y su pantalón celeste igual.

Volviendo al presente, Krull observa sus manos, visualiza el cielo y por último ve su cola. El niño sabe que no puede morir pues estaría defraudando la memoria de sus padres, así que decide ir a un pequeño río donde bebe un poco, luego se lava la cara y manos, como el agua está clara decide verse a la par que observa con detenimiento sus colmillos, lo cual eran el orgullo de todo monstruo junto a su cola. “Me han crecido un poco los colmillos, eso es bueno aunque tengo hambre", piensa mientras le ruge la barriga.

En Veilferno abundan la exportación de ratas de calidad media, con moscas extra se le considera un plato gourmet mientras que los gusanos que el joven degustaba antes se hierven y quedan bien en caldo de sopa. Krull ve el puesto de ratas y se le hace agua a la boca, sus tripas comienzan a rugir con mayor fuerza, así que se acerca al vendedor.