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Al verla tirada en el piso me quedo petrificada, el pánico me invade aunque yo no la empujé, yo no estoy frente a ella mientras se desangra, no soy la culpable. Pero al mismo tiempo yo no detuve a Oscar. Ahora tenemos un secreto, sólo lo sabemos él y yo.
¿Qué es lo peor que puede pasar? Nadie se va a enterar.
O al menos eso espero.
•••
Son las tres de la mañana, pero perdí el sueño, tengo mucho en qué pensar.
Me levanto antes que todos. Junto con mis amigos del colegio rentamos un pequeño departamento; bueno, pequeño para las cuatro personas que vivimos en el.
Reviso el correo que se encuentra desperdigado cerca de la puerta. Recibos del banco, promociones, catálogos, y un sobre negro.
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Como nada de eso va dirigido a mí lo pongo sobre la mesa y me dirijo a la cocina, hoy me toca preparar el desayuno.
Los demás van despertando uno por uno, primero despierta Erika, luego Oscar, y por ultimo Dílan. Oscar se acerca a saludarme.
‒ ¿Cómo dormiste?‒ me pregunta mientras coloca sus manos en mis hombros.
‒ Apenas y pude ‒ contesto.
‒ Trata de no pensar mucho en eso ‒ me susurra al oído y se aleja.
Está muy despreocupado, por otro lado yo soy un manojo de nervios.
Después de desayunar nos dirigimos al colegio.
En el camino vamos platicando de lo que planeamos hacer hoy. Suele ser parte de nuestra rutina diaria.
‒ Chicos ‒ menciona de repente Oscar ‒ ¿se enteraron de que la banda "cisum" viene a la ciudad?
‒ ¿En serio? Amo esa banda ‒Respondo.
Me alegro tanto que no puedo parar de sonreír.
‒ Llegará dentro de tres meses, creo que el dieciocho ‒ Continua Oscar.