Las manos de Greco acariciaban la espalda de Volkov con la mayor dulzura y cuidado posibles. Estas recorrían un mismo tramo, con temor de tocar algún punto que no quisiese ser conocido.
Jamás pensó que podría estar en una situación como esta, de hecho, las pocas esperanzas que le quedaban ya habían sido sepultadas mucho tiempo atrás. Pero ante todo pronóstico, ahí se encontraba, consolando a un adormilado Viktor Volkov, quien se acurrucaba sobre su pecho tratando de ocultar algunas lágrimas que creía pasaban desapercibidas.
No podía ni imaginar el dolor que estaba sufriendo su compañero. Despertar luego de dos años de coma para encontrarte perdido, sin quien pudiese darme respuestas apropiadas a sus preguntas.
Solo que esta vez, no estaba solo.
– ¿Greco? ¿Está todo bien? –Viktor levantó el rostro y lo miró, sus ojos parecían brillar, y sus mejillas estaban sonrojadas por el rastro de lágrimas que aún quedaba en ellas. Una sola mirada hizo que su corazón se estrujara, no sabía en qué momento había dejado de arrullar a su compañero.
–Por supuesto, tú no te preocupes –Le respondió, animándose a abrazarlo un poco más fuerte, acto que fue igualmente correspondido por el ruso, quien apoyó su rostro en el cuello de Rodríguez.
Todo esto era demasiado para Volkov. Los sentimientos, el afecto, los mimos… sentía que iba a explotar de tantas emociones. Hacía tanto tiempo que no se sentía querido que había olvidado por completo ese cómodo nudo en el estómago ante el tacto de una persona especial.
Aspiró el aroma que despedía Greco, dejando que su barba le hiciera cosquillas en la frente y cerró los ojos, deseando derretirse y fundirse en ese abrazo, con ese inexplicable cariño que le entregaba.
Pero había algo que lo angustiaba, que no lo dejaba descansar por completo en esos brazos tan relajantes.
– ¿Greco? ¿Puedo preguntarte algo? –dijo sin levantar la vista.
–Seguro –Pudo sentir como éste se tensaba ante la pregunta.
– ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me ayudas? Joder, yo te traté como la mierda por tanto tiempo y aun así tú... –no pudo terminar la frase, sentía las lágrimas a punto de escapar de sus ojos por segunda vez, por lo que ocultó su rostro en el su cuello aún más. Tenía miedo, no quería hacerse falsas esperanzas para luego salir lastimado, no podría soportarlo.
Greco no supo que responder. Sabía la respuesta y lo tenía muy claro desde hace tiempo, pero no quería arruinar la confianza que con tanto empeño había logrado recuperar.
Pero joder, lo amaba tanto, quería gritarlo a los cuatro vientos y que toda la puta ciudad se enterase, quería pasar con el cada miserable día, porque su compañía lo haría menos miserable. Quería poder abrazarlo, tomarlo de la mano, besarlo…
–A ver Volkov, yo le voy a ser sincero, ¿de acuerdo? –Ambos rieron ante ese lejano recuerdo –Ya en serio, aunque quisiera nunca podría odiarte. Y quise, te juro que quise odiarte pero…
– ¿Pero qué? ¿Por qué no me odias? Te he hecho sufrir tanto, fui un pésimo compañero, un pésimo amigo, solo soy una carga para ti –atrapó la camiseta de Greco en un puño, sin poder evitar que las lágrimas escaparan otra vez de sus ojos.
–Jamás vuelvas a decir una cosa así –le rodeó la espalda con fuerza, atrayéndolo aún más a sí – ¿Es que acaso no lo entiendes? Yo te amo, Volkov, te amo, te amo... –No pudo terminar su oración. La había cagado.
O eso pensó.
Viktor se soltó suavemente del agarre de su amigo, apoyándose en su codo lo miró a los ojos, marrón contra gris devorándose el alma en unos segundos de desconexión del resto del mundo. Porque ni los planetas ni las estrellas importan cuando tienes el universo en los orbes de la persona que amas, y sabes que ese brillo es por ti.
Con su mano libre el ruso acarició la mejilla de Greco, quien solo pudo cerrar sus ojos disfrutar al máximo de ese tacto tan inocente pero que encendía tantas emociones y hacía su cabeza dar vueltas.
Hasta que sintió como Volkov se acercaba lentamente, llegando a tocar sus narices, haciéndolas rozar entre ellas. Pero no se detuvo, siguió su camino con su nariz a lo largo de sus pómulos, uniendo sus labios, apenas tocándose. Ni si quiera podía calificarse como un beso, fue un toque tan simple, pero a la vez tan puro y lleno de sentimientos, que ninguno quiso apartarse. Con algo de vergüenza, empezaron a mover sus belfos lentamente, ambos con los ojos cerrados podían ver colores que aún no tienen nombre.
Se separaron entre sonrisas tímidas y juntaron sus frentes, tratando de permanecer lo más cerca posible el uno del otro.
El primero en caer dormido fue Greco, dándole vía libre a Volkov de admirar su rostro, memorizar cada peca, cada lunar. Con sus dedos, trazó cada arruga y unió cada mancha, creando las constelaciones más hermosas que ningún ser humano haya visto, siendo él el único con tal privilegio.
Fueron afortunados de poder pasar cada noche y cada momento de sus vidas por muchos años de la misma forma, gozando de cómo cada día sus corazones le pertenecían más al otro. Pero eso estaba bien, porque sabían que nunca se abandonarían.
Ya no estarían solos nunca más.
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꙳──𝑬𝒏 𝒕𝒖𝒔 𝒃𝒓𝒂𝒛𝒐𝒔──꙳ Grekov
Romance"Ante todo pronóstico, ahí se encontraba, consolando a un dormilado Viktor Volkov, quien se acurrucada en su pecho" •AU autoconclusivo •Los personajes no me pertenecen, son de la autoría de los streamers Momonkunn y Karchezz