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Todas las fiestas que organizaba Axel parecían sacadas de una película norteamericana. Una de esas malas y completamente ridículas, en donde los padres repentinamente dejan al malcriado niño rico en una mansión con piscina, que cuando llegaba la noche se llenaba de un montón de chicas bonitas en bikini bebiendo hasta desmayarse.

Por supuesto, Axel era uno de esos niños ricos y malcriados, que se juntaba con un grupo aun más grande de niños ricos y malcriados, acostumbrados a llamar la atención y jugar con todos aquellos que osaran creerse a su nivel. Lo curioso es que yo estaba dentro de ese grupo de idiotas pretenciosos con ínfulas de grandeza -algo de lo que no me enorgullezco- aunque en ese momento de nuestras vidas lo que menos nos importaba eran los sentimientos y las susceptibilidades heridas. Nos creíamos dueños y señores del mundo.

Habíamos sido todos amigos por años, casi desde que nacimos y por ende nos conocíamos todos muy bien. Éramos más o menos la misma persona en diferentes cuerpos, por esto cada vez que Axel hacia alguna de las suyas -que generalmente terminaban con una chica llorando en un baño, completamente humillada o peor- lo alabamos y recibíamos como un héroe. Axel no conocía límites y ninguna chica había sido capaz de resistírsele nunca.

O bueno, casi nunca.

En todos nuestros años de amistad solo ha existido una excepción a la regla:

Sara.

En todos nuestros años de amistad, jamás he visto a Axel tan interesado por una mujer como lo estuvo por ella. Pero tal vez es demasiado pronto para llegar al final, tal vez lo mejor sea rememorar la noche en la que todo inicio. Y como es de esperar, todo inicio en una de las magnificas fiestas de Axel Rethy.

El trago pasaba de mano en mano mientras todos la pasábamos estupendamente. Nada fuera de lo común en eso. Excepto que en la barra estaba la chica nueva. Desde que todos teníamos quince años el hermano mayor de Axel hacia de bartender en las fiestas -porque por alguna razón disfrutaba mas sirviendo trago que tomándolo, lo sé, yo tampoco lo entiendo- y no tenia ningún problema en servirle bebidas alcohólicas a un puñado de adolescentes hormonales, ansiosos por actuar como "adultos". Sin embargo, desde que Tom se fue a la universidad, hubo un espacio vacío que Mike no tardó en llenar. Y entonces fue donde apareció Sara.

Su primer día en una de las legendarias fiestas de Axel fue relativamente bien. Se encargo de servir cada trago que le pedían mientras bailaba y disfrutaba ella también del ambiente. Su ropa era bastante colorida y solo sonreía y bailaba. Y la verdad era que más de uno tenía sus ojos pegados en su figura. Poco me imaginaba yo que Axel seria uno de esos, pero como sea...

Cuando Axel apareció fue como si la fiesta se hubiese prendido de alguna manera. Él siempre iba de un lado a otro brindando con quien se le cruzara y bebiendo como si no hubiera mañana. Si quería bailar le sobraban candidatas, y si solo quería seguir bebiendo y bebiendo siempre tenía compañía. No me malentiendan, era un imbécil 23 de las 24 horas del día, aunque nadie se le comparaba en encanto cuando se lo proponía. Nadie se mezclaba tan bien como él y si lo veías por encima, te quedabas con la impresión de que era el perfecto anfitrión.

-Mike hizo un buen trabajo con la nueva -había comentado mientras se reunía con nosotros y se llevaba una lata de cerveza a los labios.

-Es la prima de su cuñada. Fue una suerte que la encontrara en tan poco tiempo. -Ese había sido yo.

Y cuando los ojos de Axel se fueron a Sara, nunca se le despegaron en toda la noche. Juro que nunca lo había visto mirar a alguien con tanta intensidad y por tanto tiempo. Canción tras canción, lo único que hacía era tomar una lata tras otra, mientras sus ojos siempre caían sobre la figura en movimiento que servía tragos en la barra.

Kiss (Historia corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora