Feliz Navidad, Tommy

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Un gemido ronco salió de su garganta luego de sentir como su estomago se retorcía de nuevo, exigiendo comida luego de una semana entera de no haber consumido absolutamente nada. No podía hacer nada más que tratar en vano de acurrucarse en posición fetal, intentando calmar el dolor.

Tommy estaba arrepentido, de verdad lo estaba. Ahora estaba seguro de que se merecía su exilio, eso y mucho más. Había causado tanto caos en los últimos años que, si lo pensaba bien, en efecto era un peligro para la sociedad y para todos aquello a los que alguna vez había considerado sus amigos. Había participado en dos guerras, habiendo sufrido en ambas una incontable cantidad de bajas civiles tanto de hombres como de mujeres y niños. Y él recibió beneficio de ambas.

Beneficio que no merecía.

¿La independencia de L'Manberg? Esa estúpida nación le había arrebatado a su hermano mayor Wilbur, quien nunca le había abandonado.

¿Recuperar su nación y sus amigos? Se distanció de su hermano mayor Technoblade y su padre Philza se deprimió mucho por la muerte de uno de sus hijos.

Y he aquí ahora, solo en medio de la nada, acostado en el suelo húmedo y medio podrido de una plataforma de madera por encima de las nubes, con frío, acurrucado en el abrigo café de su hermano fallecido, rezando con paciencia para que su lenta y dolorosa muerte por fin terminara y lo dejara descansar en paz de una vez por todas. ¿Qué más podía hacer? Antes de subir ahí no había pensado en ninguna posibilidad aparte de morir de inanición, y eso sin contar que no tenía ni el permiso ni los recursos para hacer un portal al Nether y saltar a la lava. Podía arrojarse al vacío desde ahí, tal vez, pero cabía la posibilidad de que cayera al mar y no muriera por la caída. En ese caso moriría ahogado.

Si tan solo le quedaran fuerzas para moverse. Ahora no podía ni siquiera escuchar bien la música de su disco, el cual se llevaba reproduciendo desde días atrás, sin pausa alguna mientras el observaba las fotos que sus "amigos" le habían traído en sus visitas.

Había tratado de escribir, por supuesto, pero de su cabeza... simplemente... no salía ninguna idea. No sabía cuántas páginas había llenado de letras, escribiendo siempre la misma corta frase de "lo siento", antes de que no fuera capaz ni siquiera de mover la pluma. Además no servía de nada tratar de escribir. Había llovido y el agua había corrido las palabras, dándoles un aspecto similar al del maquillaje cuando las mujeres lloraban y las lágrimas arrastraban el rimmel negro de las pestañas. No valía la pena de todos modos. Nadie nunca lo leería ya que, con suerte, nadie nunca lo encontraría ahí arriba. Ya estaba convencido de que Dream no volvería por él, ni siquiera para vigilarlo. Sabía que moriría solo, en desgracia y miseria, justo como los héroes de las historias que cierto pelirrosa leía cuando eran niños. ¿Otra razón por la cuál pensar que moriría solo? Dream le había prohibido a todos que fueran a verle.

Aunque tal vez era lo mejor. A pesar de que se sintiera terriblemente mareado todo el tiempo, de que por la debilidad su vista estuviera borrosa y de que de vez en cuando su cabeza, ojos, manos o piernas hicieran movimientos involuntarios y algo violentos dignos de cualquier persona cuyo cerebro ya no funciona bien, sabía que sus "amigos" se lamentarían y se culparían si lo vieran morir... Lo harían, ¿verdad? No celebrarían su muerte, ¿verdad?

... ¿verdad?...

... No. Ha causado muchos problemas a todos. Es obvio que se alegrarían por su muerte. Después de todo ellos nunca fueron sus amigos. Los amigos nunca existieron. Solo fueron una mentira hermosa que finalmente ha sido descubierta y derrumbada. Y él fue el que recibió la mentira. Es el que sale lastimado.

Pero se lo merece. Es su castigo.

Tenía mucha sed y hambre. La última vez que había llovido fue 3 días atrás, y aunque se reprochara a si mismo por haberlo hecho, no pudo evitar abrir su boca para beber las múltiples gotas de agua que cayeron sobre él durante horas. Con eso solo había alargado su agonía.